El enmascaramiento facial por el uso de mascarillas fue más perjudicial para la tristeza, el miedo y el asco que para las emociones positivas, como la felicidad. Además, el hecho de cubrirse la cara con mascarilla no perjudicó el reconocimiento de rostros enojados, ya que la frente arrugada y las cejas fruncidas permanecieron visibles. En general, el enmascaramiento facial polarizó la comunicación no verbal hacia la dimensión felicidad/ira, mientras minimizaba las emociones que estimulan una respuesta empática.
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