Asesinos en masa y enfermedad mental

12 de diciembre de 2023

Estudio que investiga los aspectos psiquiátricos, psicosociales y psicodinámicos subyacentes de los autores de tiroteos masivos en los Estados Unidos (EE. UU.). Este estudio fue publicado en 2022 en la revista Psychodynamic Psychiatry Journal y en la actualidad ha recibido un premio al mejor artículo publicado en esta revista en los 2 últimos años.


Los autores desarrollaron un cuestionario uniforme y completo de 62 ítems para compilar la recopilación de datos de múltiples fuentes. En lugar de aceptar los diagnósticos de los psiquiatras forenses y/o registros judiciales, los autores revisaron de forma independiente los datos clínicos recopilados de múltiples fuentes para aplicar los criterios del DSM-5 para diagnosticar enfermedades mentales.


De los 35 casos en los que el agresor sobrevivió, en 3 casos no hubo información suficiente para hacer un diagnóstico. De los 32 casos restantes se determinó que 28 de ellos (87,5%) tenían el siguiente diagnóstico psiquiátrico: 18 agresores (56%) tenían esquizofrenia, 3 tenían trastorno bipolar tipo I, 2 tenían trastornos delirantes persecutorio, 2 tenían trastornos de personalidad (1 paranoico, 1 límite), 2 tenían trastornos relacionados con sustancias sin otro diagnóstico psiquiátrico y 1 tenía trastorno de estrés postraumático (TEPT). Ninguno de ellos fue tratado adecuadamente con medicamentos en el momento del crimen.



En resumen: los autores consideran que la mayoría de los agresores (87,5%) tenían enfermedades psiquiátricas mal diagnosticadas e incorrectamente tratadas o no diagnosticadas ni tratadas. La mayoría de los agresores también experimentaron un profundo distanciamiento no sólo de sus familias, amigos y compañeros de clase, sino sobre todo de sí mismos. La marginación y el rechazo interpersonal les hicieron más vulnerables a su enfermedad psiquiátrica no tratada y a la radicalización online, lo que fomentó su violencia. Aunque hay razones complejas por las que una persona recibe un diagnóstico erróneo o no lo recibe, sigue siendo vital reducir el estigma de las enfermedades mentales para que las personas con enfermedades psiquiátricas graves sean más respetadas, menos marginadas y más integradas en la sociedad.

Comentado en MDedge

Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Nueva guía británica (NHS) sobre mejores prácticas para la evaluación, formulación y gestión de la seguridad de las personas con riesgo suicida . Esta guía promueve un cambio hacia un enfoque más holístico y centrado en la persona, en lugar de basarse en la predicción del riesgo, la cual es poco fiable debido a la rapidez con la que los pensamientos suicidas pueden cambiar. En su lugar, recomienda utilizar un método basado en la comprensión de la situación de cada persona y la gestión de su seguridad.
Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Artículo publicado en Psychiatric Times acerca de la práctica en psiquiatría , que a pesar de ser una disciplina pragmática que busca aliviar el sufrimiento de los pacientes con diversas herramientas, a menudo se ve obstaculizada por la rigidez de sus modelos teóricos y el tribalismo entre diferentes enfoques (psicoanalítico, farmacológico, etc.). Esta división puede llevar a la aplicación inflexible de etiquetas diagnósticas y tratamientos, ignorando la complejidad individual de cada paciente. El autor ilustra este punto con tres historias conmovedoras: Ray Osheroff: Un nefrólogo con depresión que fue mal diagnosticado y tratado exclusivamente con terapia psicoanalítica en Chestnut Lodge, lo que empeoró su condición hasta que fue trasladado y tratado con antidepresivos, revelando la arrogancia de un enfoque único. Susannah Cahalan: Una joven con una rara enfermedad autoinmune que causó psicosis, inicialmente diagnosticada erróneamente con problemas psiquiátricos y tratada con antipsicóticos, hasta que un neurólogo investigó más a fondo, exponiendo los peligros del reduccionismo psiquiátrico. Laura Delano: Una joven que fue diagnosticada con múltiples trastornos psiquiátricos y medicada durante 14 años desde la adolescencia, hasta que decidió dejar la medicación y recuperó una vida plena, cuestionando la tendencia a la patologización excesiva. Los autores concluyen que estas historias son lecciones de humildad para la psiquiatría. En lugar de defender rígidamente un solo paradigma, los profesionales deben adoptar un enfoque más flexible, pragmático y escéptico, combinando diferentes herramientas terapéuticas según las necesidades del paciente y reconociendo las limitaciones del campo ante la complejidad del sufrimiento humano. La clave está en la adaptabilidad y la capacidad de cuestionar las propias creencias para evitar el exceso de confianza que puede eclipsar la realidad con el paciente.
Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Artículo de opinión publicado en Redacción Médica sobre las dificultades para distinguir los límites que separan lo normal y lo patológico en salud mental. Destaca la difusa frontera entre lo normal y lo patológico, agravada por la subjetividad inherente a la condición humana y la relevancia de la psique en las relaciones interpersonales. A esto se suma una intolerancia cultural hacia la incomodidad, que fomenta la medicalización de experiencias humanas normales, como el duelo, la inseguridad laboral o la irritación ante problemas sociales, llevando a un consumo excesivo de psicofármacos. Los autores critican un abordaje superficial de estos problemas en el sistema sanitario, centrado en tratar síntomas y no en las causas profundas, lo que contribuye a la iatrogenia y al abuso de medicamentos. Destacan que la reciente aprobación de un nuevo plan de salud mental por el consejo interterritorial busca, entre otros objetivos, reducir este abuso promoviendo un enfoque comunitario. El plan incluye el refuerzo de recursos humanos en salud mental y la incorporación de psicólogos y acceso a psicoterapia. Sin embargo, advierte que una implementación acrítica podría aumentar la "psicologización" inadecuada. Sugiere que sería más efectivo permitir a los profesionales de atención primaria consultar a psicólogos en lugar de derivar directamente a los pacientes. Aunque se valora el énfasis del plan en alternativas a la institucionalización, los autores critican su falta de atención a la medicalización en salud mental y señala que propuestas como la "prescripción social" no abordan las causas reales de la demanda. Proponen, en cambio, un enfoque genuinamente comunitario, que promueva políticas públicas saludables en educación, trabajo, vivienda y ocio, implicando sectores más allá del sanitario para abordar las fuentes de malestar y desigualdad. Finalmente, el texto aboga por estrategias intersectoriales como las sugeridas por la OMS en su iniciativa "Salud en todas las políticas" y podría ser un paso positivo si fomenta la prevención de la medicalización inadecuada y fortalece la atención primaria y comunitaria para promover la salud colectiva en colaboración con otros sectores sociales.
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