Un tribunal acepta grabar sin avisar en el trabajo, mediante una cámara oculta, ante las sospechas de que alguien robaba los cartuchos de tinta de la impresora.
La instalación de la cámara oculta no tenía un carácter permanente, de hecho, cuatro o cinco días después de su instalación, la empresa descubre al autor de los hechos y lo despide.
De acuerdo con la sentencia del TSJ de Madrid, poner una cámara oculta puede ser del todo necesario ante la existencia de sospechas razonables de que se estén cometido graves irregularidades.
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