Cuando y como dar el primer móvil a mi hijo

19 de diciembre de 2024

El artículo aborda el momento en que los niños reciben su primer teléfono móvil, generalmente alrededor de los 13 años, y cómo este evento marca el inicio de su independencia digital. Este hito es visto como un signo de autoafirmación social, pero también trae consigo preocupaciones para los padres del menor.

La primera cuestión es decidir si el primer teléfono debe ser un smartphone o un dispositivo básico sin acceso a internet. Los smartphones permiten una amplia gama de actividades digitales, como el uso de redes sociales y videojuegos, lo que puede afectar significativamente el tiempo de ocio de los adolescentes. Por otro lado, también los expone a riesgos como el acceso a contenido inapropiado, la adicción y el ciberacoso.

Además, se menciona el fenómeno del "FOMO" (miedo a perderse algo), que es común entre los jóvenes que sienten ansiedad por no estar al tanto de las experiencias sociales de sus pares. Las familias, por su parte, temen que sus hijos sean excluidos socialmente si no tienen un móvil.

El artículo también subraya el papel central del entretenimiento digital en la vida de los jóvenes, con plataformas como YouTube, Instagram, TikTok y Twitch, que son las más populares y la gran influencia en los intereses y comportamientos de los adolescentes de influencers y streamers.

No hay una edad universalmente “perfecta” para decidir cuando proporcionar un smartphone a un hijo. En España, el comité de expertos de Juventud e Infancia, recomienda que, entre los 12 y los 16 años, se opte por teléfonos básicos limitados a llamadas.

Sin embargo, lo importante más que la edad es cómo gestionar la emancipación digital. La clave está en establecer reglas claras y llegar a acuerdos familiares sobre el uso del dispositivo que promueva un equilibrio entre actividades digitales y en la vida real. Inicialmente, activar controles parentales, ajustar restricciones de contenido, limitar el tiempo de uso y bloquear accesos no deseados puede ayudar a crear un entorno seguro y controlado.

Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Nueva guía británica (NHS) sobre mejores prácticas para la evaluación, formulación y gestión de la seguridad de las personas con riesgo suicida . Esta guía promueve un cambio hacia un enfoque más holístico y centrado en la persona, en lugar de basarse en la predicción del riesgo, la cual es poco fiable debido a la rapidez con la que los pensamientos suicidas pueden cambiar. En su lugar, recomienda utilizar un método basado en la comprensión de la situación de cada persona y la gestión de su seguridad.
Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Artículo publicado en Psychiatric Times acerca de la práctica en psiquiatría , que a pesar de ser una disciplina pragmática que busca aliviar el sufrimiento de los pacientes con diversas herramientas, a menudo se ve obstaculizada por la rigidez de sus modelos teóricos y el tribalismo entre diferentes enfoques (psicoanalítico, farmacológico, etc.). Esta división puede llevar a la aplicación inflexible de etiquetas diagnósticas y tratamientos, ignorando la complejidad individual de cada paciente. El autor ilustra este punto con tres historias conmovedoras: Ray Osheroff: Un nefrólogo con depresión que fue mal diagnosticado y tratado exclusivamente con terapia psicoanalítica en Chestnut Lodge, lo que empeoró su condición hasta que fue trasladado y tratado con antidepresivos, revelando la arrogancia de un enfoque único. Susannah Cahalan: Una joven con una rara enfermedad autoinmune que causó psicosis, inicialmente diagnosticada erróneamente con problemas psiquiátricos y tratada con antipsicóticos, hasta que un neurólogo investigó más a fondo, exponiendo los peligros del reduccionismo psiquiátrico. Laura Delano: Una joven que fue diagnosticada con múltiples trastornos psiquiátricos y medicada durante 14 años desde la adolescencia, hasta que decidió dejar la medicación y recuperó una vida plena, cuestionando la tendencia a la patologización excesiva. Los autores concluyen que estas historias son lecciones de humildad para la psiquiatría. En lugar de defender rígidamente un solo paradigma, los profesionales deben adoptar un enfoque más flexible, pragmático y escéptico, combinando diferentes herramientas terapéuticas según las necesidades del paciente y reconociendo las limitaciones del campo ante la complejidad del sufrimiento humano. La clave está en la adaptabilidad y la capacidad de cuestionar las propias creencias para evitar el exceso de confianza que puede eclipsar la realidad con el paciente.
Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Artículo de opinión publicado en Redacción Médica sobre las dificultades para distinguir los límites que separan lo normal y lo patológico en salud mental. Destaca la difusa frontera entre lo normal y lo patológico, agravada por la subjetividad inherente a la condición humana y la relevancia de la psique en las relaciones interpersonales. A esto se suma una intolerancia cultural hacia la incomodidad, que fomenta la medicalización de experiencias humanas normales, como el duelo, la inseguridad laboral o la irritación ante problemas sociales, llevando a un consumo excesivo de psicofármacos. Los autores critican un abordaje superficial de estos problemas en el sistema sanitario, centrado en tratar síntomas y no en las causas profundas, lo que contribuye a la iatrogenia y al abuso de medicamentos. Destacan que la reciente aprobación de un nuevo plan de salud mental por el consejo interterritorial busca, entre otros objetivos, reducir este abuso promoviendo un enfoque comunitario. El plan incluye el refuerzo de recursos humanos en salud mental y la incorporación de psicólogos y acceso a psicoterapia. Sin embargo, advierte que una implementación acrítica podría aumentar la "psicologización" inadecuada. Sugiere que sería más efectivo permitir a los profesionales de atención primaria consultar a psicólogos en lugar de derivar directamente a los pacientes. Aunque se valora el énfasis del plan en alternativas a la institucionalización, los autores critican su falta de atención a la medicalización en salud mental y señala que propuestas como la "prescripción social" no abordan las causas reales de la demanda. Proponen, en cambio, un enfoque genuinamente comunitario, que promueva políticas públicas saludables en educación, trabajo, vivienda y ocio, implicando sectores más allá del sanitario para abordar las fuentes de malestar y desigualdad. Finalmente, el texto aboga por estrategias intersectoriales como las sugeridas por la OMS en su iniciativa "Salud en todas las políticas" y podría ser un paso positivo si fomenta la prevención de la medicalización inadecuada y fortalece la atención primaria y comunitaria para promover la salud colectiva en colaboración con otros sectores sociales.
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