Finasteride (para el tratamiento de la pérdida de cabello) e ideación suicida
Este artículo expone los hallazgos de una revisión científica sobre los efectos psiquiátricos del finasteride, un medicamento ampliamente utilizado para tratar la alopecia androgenética (AGA).
La revisión, publicada en el Journal of Clinical Psychiatry, analiza ocho estudios clave realizados entre 2017 y 2023. Cuatro de ellos se centran en efectos secundarios reportados por pacientes, y los otros cuatro en grandes bases de datos de historiales médicos. Los resultados muestran que los usuarios de finasteride tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir depresión, ansiedad y pensamientos suicidas en comparación con quienes no lo usan.
Finasteride, comercializado como Propecia o Proscar, actúa bloqueando la enzima 5α-reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), responsable de la miniaturización de los folículos capilares. Sin embargo, esta enzima también participa en la producción de neuroesteroides como la alopregnanolona, que ayudan a controlar el estado de ánimo. Al interferir en este proceso podría explicar sus efectos psiquiátricos.
Los efectos adversos pueden persistir incluso después de suspender el tratamiento, y en algunos casos han sido tan graves que han derivado en suicidios. Aunque ya en 2002 se sospechaba de una relación con la depresión, la FDA no reconoció este efecto secundario hasta 2011, y no añadió la ideación suicida a la etiqueta del medicamento hasta 2022.
Las cifras son preocupantes: en 2011 se reportaron 18 suicidios y en 2024, ascendieron a 320. El artículo también denuncia una grave falta de vigilancia farmacológica. Muchos médicos no asocian los síntomas psiquiátricos al medicamento, y las familias a menudo desconocen que sus seres queridos lo estaban tomando. Además, al tratarse de un fármaco cosmético, finasteride ha escapado a controles rigurosos que sí se aplican a medicamentos psiquiátricos.
Dr. Brezis, autor del artículo, critica que ninguno de los estudios de seguridad fue promovido por Merck, fabricante original, ni exigido por los reguladores. Propone que se exija a los fabricantes realizar estudios post-comercialización y que se refuerce su cumplimiento. También cuestiona la eficacia a largo plazo del medicamento, señalando que muchos estudios son pequeños, financiados por la industria y sesgados.
Finalmente, el artículo advierte sobre la facilidad con la que jóvenes pueden adquirir finasteride en línea sin receta ni supervisión médica, lo que agrava el problema.





