Nota de prensa de la SEPL remitida hoy a los medios en relación al Proyecto de RD por el que se establece el título de médica/o especialista en psiquiatría infantil y de la adolescencia

31 de mayo de 2021

La Sociedad Española de Psiquiatría Legal (SEPL) apoya la creación de la especialidad de psiquiatría infantil y de la adolescencia, pero se opone a la propuesta de Real Decreto del Ministerio de Sanidad, que habilitaría a médicos no psiquiatras para acceder al título y, por otra parte, se limitaría el ámbito de actuación de los psiquiatras que no tengan la futura nueva especialidad


La Junta Directiva considera que “se está produciendo una agresión a nuestra profesión” y acuerda personarse en el procedimiento ante el Consejo de Estado



Madrid, 31 de mayo de 2021


Desde la Junta Directiva de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal (SEPL) manifestamos nuestra oposición a la actual versión del Proyecto de Real Decreto, por el que se establece el título de médica/o especialista en psiquiatría infantil y de la adolescencia y se revisan diversos aspectos del título de médico especialista en psiquiatría, que ha sido enviado al Consejo de Estado para que emita el correspondiente informe.


En primer lugar, queremos dejar muy claro nuestro firme apoyo a la creación de la especialidad de psiquiatría infantil y de la adolescencia, que esperamos se sustancie cuanto antes.


Nuestro rechazo frontal al proyecto de Real Decreto se concreta en los siguientes puntos:


1.- En la disposición transitoria primera se incluye un punto que permite a médicos no psiquiatras acceder al título de psiquiatría infantil y de la adolescencia, si demuestran ocho años de “prestación de servicios vinculada con el perfil de la especialidad”.


En concreto, el texto dice literalmente:


“Podrán acceder al título de especialista en psiquiatría infantil y de la adolescencia por la vía extraordinaria, los especialistas en pediatría y sus Áreas Específicas que acrediten una prestación de servicios vinculada con el perfil de la especialidad definido en el artículo 2.1, durante al menos ocho años dentro de los diez anteriores a la entrada en vigor de este real decreto. Dicho ejercicio profesional se corresponderá, como mínimo, con la jornada ordinaria del personal estatutario de los servicios públicos de salud”.


2.- En la misma disposición se admite la posibilidad de que en la Comisión nacional de la Especialidad de Psiquiatría de la Infancia y de la Adolescencia se incluyan médicos no psiquiatras. Consideramos inaceptable esta posibilidad.


3.- El Ministerio propone que los psiquiatras que no tengan esa futura nueva especialidad solo puedan tratar a pacientes adultos. También consideramos inadmisible esta previsión. El artículo 2 del proyecto se ocupa del perfil de los especialistas y dice literalmente:


         1. La médica/o especialista en Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia es el profesional sanitario con competencia para la promoción de la salud mental y la prevención, diagnóstico, pronóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales, incluidos los trastornos del neurodesarrollo, y del comportamiento que afectan a los niños, a los adolescentes y a sus familias.


       2. La médica/o especialista en Psiquiatría es el profesional sanitario con competencia para la promoción de la salud mental y la prevención, diagnóstico, pronóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales y del comportamiento de los adultos.


Cuando se hizo público un borrador previo en 2018, la gran mayoría de la profesión defendió que tenía que existir una psiquiatría generalista y otra más dedicada a lo infanto-juvenil. Se hizo especial hincapié en que los psiquiatras que no tuvieran la futura nueva especialidad no tuvieran limitaciones en su ámbito de actuación por intervalos de edad. Por ello, se exigió eliminar el término psiquiatría del adulto.


En una sorprendente maniobra los redactores del Ministerio han mantenido la especialidad de psiquiatría (sin adjetivos), pero le han puesto una frontera a su ámbito de actuación. Si el texto es aprobado como está, los psiquiatras generalistas solo podrían atender a los adultos. La SEPL ve absolutamente inadecuada esta propuesta.


La SEPL considera que es imprescindible aprobar cuanto antes la especialidad de psiquiatría infantil y de la adolescencia. Su creación se fundamenta en la especial preparación de los profesionales que la van a desempeñar. Por esto no se puede llevar a cabo admitiendo a médicos no psiquiatras, que no tienen acreditada una formación reglada y tutorizada en psiquiatría. Rechazamos también la imposición por parte del Ministerio de un recorte de las competencias de los psiquiatras ajenos a la futura nueva especialidad.


Reiteramos nuestro total apoyo a la creación de la especialidad de psiquiatría infantil y de la adolescencia, que esperamos que se formalice subsanando los aspectos negativos que se han señalado.


Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Este artículo expone los hallazgos de una revisión científica sobre los efectos psiquiátricos del finasteride, un medicamento ampliamente utilizado para tratar la alopecia androgenética (AGA). La revisión, publicada en el Journal of Clinical Psychiatry , analiza ocho estudios clave realizados entre 2017 y 2023. Cuatro de ellos se centran en efectos secundarios reportados por pacientes, y los otros cuatro en grandes bases de datos de historiales médicos. Los resultados muestran que los usuarios de finasteride tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir depresión, ansiedad y pensamientos suicidas en comparación con quienes no lo usan. Finasteride, comercializado como Propecia o Proscar, actúa bloqueando la enzima 5α-reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), responsable de la miniaturización de los folículos capilares. Sin embargo, esta enzima también participa en la producción de neuroesteroides como la alopregnanolona, que ayudan a controlar el estado de ánimo. Al interferir en este proceso podría explicar sus efectos psiquiátricos. Los efectos adversos pueden persistir incluso después de suspender el tratamiento, y en algunos casos han sido tan graves que han derivado en suicidios. Aunque ya en 2002 se sospechaba de una relación con la depresión, la FDA no reconoció este efecto secundario hasta 2011, y no añadió la ideación suicida a la etiqueta del medicamento hasta 2022. Las cifras son preocupantes: en 2011 se reportaron 18 suicidios y en 2024, ascendieron a 320. El artículo también denuncia una grave falta de vigilancia farmacológica. Muchos médicos no asocian los síntomas psiquiátricos al medicamento, y las familias a menudo desconocen que sus seres queridos lo estaban tomando. Además, al tratarse de un fármaco cosmético, finasteride ha escapado a controles rigurosos que sí se aplican a medicamentos psiquiátricos. Dr. Brezis, autor del artículo, critica que ninguno de los estudios de seguridad fue promovido por Merck, fabricante original, ni exigido por los reguladores. Propone que se exija a los fabricantes realizar estudios post-comercialización y que se refuerce su cumplimiento. También cuestiona la eficacia a largo plazo del medicamento, señalando que muchos estudios son pequeños, financiados por la industria y sesgados. Finalmente, el artículo advierte sobre la facilidad con la que jóvenes pueden adquirir finasteride en línea sin receta ni supervisión médica, lo que agrava el problema.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Artículo publicado en El Médico Interactivo que analiza cómo distintos países están enfrentando la escasez de personal sanitario, un problema global que se ha intensificado tras la pandemia y que se prevé agravarse con un déficit de 10 millones de trabajadores de la salud para 2030, según la OMS. En Estados Unidos y Europa, se están explorando soluciones innovadoras. Un informe de Deloitte, basado en encuestas a ejecutivos sanitarios de seis países, revela que más del 70% prioriza mejorar la eficiencia operativa y la productividad. La transformación digital, especialmente la atención virtual, se presenta como una herramienta clave, aunque con riesgos si no se gestiona adecuadamente. Por ejemplo, las salas virtuales podrían aliviar la falta de camas, pero también generar nuevos costes y aumentar la presión sobre el personal. Otro aspecto es la mejora de los flujos de trabajo y la retención del personal. Se propone ampliar horarios de atención y flexibilizar turnos, pero esto requiere mejorar las condiciones laborales. La presión asistencial y el agotamiento están provocando renuncias masivas de los profesionales, como en EE.UU., donde se pasó de 400.000 a 600.000 renuncias mensuales entre 2020 y 2023. McKinsey sugiere que los sistemas de salud podrían crear sus propias entidades educativas o asociarse con instituciones de educación postsecundaria para formar profesionales en salud digital. Estas alianzas permitirían personalizar la formación según las necesidades del sistema sanitario, mejorar la calidad educativa y fortalecer la relación entre estudiantes y centros de salud. En resumen, el artículo destaca que la solución pasa por combinar tecnología, formación continuada, mejora de condiciones laborales y colaboración entre sistemas sanitarios y educativos. Aunque los modelos no son directamente extrapolables entre países, estas estrategias pueden inspirar a España en su búsqueda de soluciones ante la escasez médica.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Aunque el intento de suicidio es el mejor predictor de muerte por suicidio, pocas personas que lo intentan se suicidan (<10%). Aproximadamente la mitad de las muertes por suicidio ocurren sin evidencia previa de pensamientos o comportamientos suicidas. También, cerca del 50% de estas personas no tienen diagnósticos psiquiátricos previos, lo que sugiere que los factores tradicionales no explican completamente el riesgo. Este estudio analiza las diferencias genéticas entre personas que murieron por suicidio sin haber mostrado signos previos de suicidabilidad (SD-N) y aquellas que sí los mostraron (SD-S). El objetivo es entender si existen distintas predisposiciones genéticas en estos dos grupos, especialmente en relación con condiciones neuropsiquiátricas. Metodología Se analizaron datos de 2769 personas fallecidas por suicidio en Utah entre 1998 y 2022. Se dividieron en dos grupos: SD-N (sin suicidabilidad previa) y SD-S (con suicidabilidad previa). Se usaron polygenic scores (PGS), que son puntuaciones genéticas que indican la predisposición a ciertas condiciones neuropsiquiátricas. Se compararon los PGS de ambos grupos y también con un grupo de control de la población general. Principales hallazgos El grupo SD-N tenía menos carga genética asociada a trastornos como: Depresión mayor Ansiedad Afecto deprimido Neuroticismo Trastorno de estrés postraumático (TEPT) Enfermedad de Alzheimer En algunos casos, los PGS del grupo SD-N eran similares a los del grupo de control, lo que sugiere que no tenían una predisposición genética elevada a estos trastornos. El grupo SD-S sí mostraba mayores cargas genéticas para estas condiciones, lo que coincide con sus antecedentes clínicos. Implicaciones Estos resultados desafían la idea de que los trastornos psiquiátricos son el núcleo central del riesgo de suicidio. Indican que otras vías genéticas o factores no psiquiátricos podrían estar involucrados en las muertes por suicidio sin antecedentes de suicidabilidad. Esto abre nuevas líneas de investigación y prevención, especialmente para identificar personas en riesgo que no presentan síntomas evidentes.