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Por qué es inaceptable el documento de la Estrategia de Salud Mental 2022-2026 del Ministerio de Sanidad

oct 26, 2021

Después de leer la última versión del documento hemos llegado a la conclusión de que no lo podemos respaldar con el actual planteamiento. En este post vamos a explicar los motivos principales de nuestra discrepancia. 


El borrador actual es el trasunto del
proyecto de Ley de Salud Mental que se está debatiendo ahora en el Congreso de los Diputados. Tanto la Estrategia como el borrador de la Ley tienen la misma idea principal: la mejora de la atención en salud mental se basa en un avance en los derechos de las personas con enfermedades mentales.


Este planteamiento puede sonar bien para aquellos que no conozcan la situación real de la atención en salud mental. Pero si analizamos el detalle del texto encontramos que parte de la premisa de que en la actualidad no se están respetando los derechos de las personas con enfermedad mental de forma sistemática. Esta afirmación es inaceptable.


Los autores del documento afirman literalmente: “
Luchar por el reconocimiento y ejercicio de los derechos, y la recuperación de los que se han perdido arbitrariamente, es el objetivo principal en cualquier política de atención a las personas con problemas de salud mental” (página 51). Es decir, en opinión de los autores, en la actualidad los profesionales estamos privando de derechos a nuestros pacientes de forma arbitraria.


Más adelante aparece en el texto un concepto que ya hemos encontrado en el proyecto de Ley de Salud Mental y que ya hemos comentado en otro post:
Prevención del daño asociado a la asistencia sanitaria. Prevención cuaternaria. Que es definido así: “...intervención que evita o atenúa las consecuencias de la actividad innecesaria o excesiva del sistema sanitario. Pretende evitar el sobrediagnóstico y sobretratamiento, para prevenir el daño asociado a la asistencia sanitariaThe ” (página 59). Más adelante desarrolla el concepto (página 59): 


“Las prácticas basadas en la evidencia deben guiar las intervenciones sanitarias para evitar daños prevenibles y procurar la seguridad del paciente durante el proceso asistencial. Para ello es imprescindible contar con la participación activa de la persona con problemas de salud mental, poniendo en la balanza los riesgos y beneficios contrastados por la medicina basada en pruebas. En los tratamientos, y especialmente en el uso de los medicamentos, se debe contar con la persona y hacerla partícipe no olvidando que la alianza terapéutica es el factor más importante asociado a un buen pronóstico clínico, teniendo en cuenta que la indicación de no-tratamiento es una intervención más del repertorio asistencial. Dentro del plan de atención individualizado el tratamiento no farmacológico incluye programas y actividades avalados por la evidencia científica como, por ejemplo, mejorar las destrezas de vida independiente (destrezas motoras, destrezas de procesamiento y destrezas de interacción personal), y fomentar actividades significativas que potencien, fortalezcan y mejoren los hábitos, rutinas y los roles de los usuarios.


Los autores del documento tienen una imagen de los psiquiatras como que sólo estamos interesados en administrar fármacos, y nada más. Y piensan que rechazamos cualquier otro tipo de intervención rehabilitadora. Del texto se deduce que si estamos dando fármacos provocamos un daño, que es evitable no dando los fármacos y añadiendo otras actividades rehabilitadoras. Una afirmación absurda.


En España hay psiquiatras trabajando en todo tipo de recursos de corta, media y larga estancia. También los hay que trabajan en hospitales de día, y otros están orientados hacia la psicoterapia. Está claro que todos nuestros colegas intentan ejercer la profesión con el máximo respeto a los derechos de los pacientes, y muchas veces en contextos muy difíciles, y con escasez de recursos. No hay más que pasarse por una urgencia psiquiátrica en una gran ciudad para saber a que nos estamos refiriendo.


Introducir el concepto de prevención cuaternaria es una falta de respeto al conjunto de psiquiatras que trabajamos en España. ¿Por qué no se habla de prevención cuaternaria en Cardiología, o en Oftalmología, o en Gastroenterología? Parece como si los autores del texto tuvieran una imagen de la atención psiquiátrica de mediados del siglo pasado que queda reflejada en películas clásicas como
Alguien voló sobre el nido del cuco.


En la actualidad el concepto moderno es la “Seguridad del Paciente”. Hasta el propio Ministerio de Sanidad tiene una
Estrategia sobre Seguridad del Paciente. Este modelo tiene un enfoque transversal que es aplicable a todo el ámbito sanitario, y se centra en la prevención de efectos adversos en la atención sanitaria. Asumiendo que los efectos adversos pueden ocurrir en cualquier especialidad. Se echa de menos la aplicación de este concepto en el borrador de la Estrategia en Salud Mental.


Otra cuestión importante es la no inclusión de las adicciones. Parece como si no fuera un problema de salud mental. A diferencia de otros países, en España ha habido una separación entre las redes de salud mental y de adicciones. Este problema se ha detectado hace años, y se está intentando revertir en algunas comunidades autónomas integrando ambas redes. Hoy en día es extraordinariamente prevalente la patología dual, donde hay una combinación de trastorno mental grave y conductas adictivas. En estos casos lo adecuado es que el paciente sea tratado en una única red asistencial y no en dos (salud mental y adicciones). A los redactores del texto no les parece una cuestión relevante.


Finalmente, y para no hacer excesivamente largo este artículo, hacemos una última reflexión: no se hace ninguna mención a la salud mental penitenciaria. Desde el nuestro punto de vista este es un problema fundamental que lleva años sin resolverse. Salvo en Cataluña, País Vasco y Navarra, las Comunidades Autónomas han rechazado sistemáticamente asumir la atención sanitaria en los centros penitenciarios en general, y la salud mental en particular. Es de sobra conocido que la prevalencia de enfermedades mentales graves cuadruplica la que encontramos en la población general. En la actualidad, los mayores servicios de Psiquiatría no están en los hospitales sino en los grandes centros penitenciarios. Los trastornos psicóticos son frecuentes en las prisiones, y la tasa de suicidios también es superior a la media nacional. 


Llama la atención cómo el documento dedica líneas estratégicas al suicidio o a la salud mental infanto juvenil, y en cambio no dice nada sobre la prevención del suicidio en las prisiones, o la rehabilitación de los menores infractores. Hay países como Italia que hasta hace diez años tenían un sistema de salud mental penitenciario similar al nuestro, y han realizado una gran transformación.


No se puede hablar de dar derechos a los pacientes sin analizar el derecho a una atención de salud mental digna, que no hay en el ámbito penitenciario. Por otro lado, hay una gran desigualdad entre comunidades autónomas en lo referente a la atención en salud mental penitenciaria. Hay comunidades que tienen unidades especializadas con un claro enfoque rehabilitador, y otras, la gran mayoría, en las que no hay recursos mínimamente aceptables para rehabilitar a los pacientes psiquiátricos en los centros penitenciarios.


Y este último argumento lo extendemos al conjunto de la salud mental. El principal derecho que tiene un paciente con un trastorno mental es a una atención digna y con recursos suficientes. Está ampliamente demostrado que cuando hay recursos suficientes hay una menor restricción de derechos de los pacientes. Y estos recursos tienen que ser asignados basándonos en el conocimiento científico actual, y en las prácticas clínicas validadas empíricamente.


Todo esto y mucho más es lo que tiene que reflejar el Ministerio de Sanidad en la Estrategia de Salud Mental 2022-2026. Estamos dispuestos a colaborar con el Ministerio si entienden que hay muchas cosas que cambiar en el documento.


Por Alfredo Calcedo 10 may, 2024
Metanálisis que investiga la relación entre el maltrato infantil y su impacto en la salud mental y el riesgo de suicidio a lo largo de la vida. Resultados: el maltrato infantil podría ser responsable del 21% de los trastornos depresivos y del 41% de las tentativas de suicidio en Australia. Se estima que más de 1,8 millones de casos de trastornos depresivos, de ansiedad y de uso de sustancias, podrían prevenirse si se erradicara el maltrato infantil. Esto indica que los esfuerzos para prevenir la exposición al maltrato infantil tienen el potencial de mejorar la salud mental a nivel poblacional. Es importante destacar que estos hallazgos se obtuvieron después de controlar variables de confusión genéticas y ambientales, lo que sugiere una asociación causal significativa entre el maltrato infantil y los trastornos de salud mental.
Por Alfredo Calcedo 10 may, 2024
Noticia publicada en El Español que informa de los riesgos del fármaco montelukast , utilizado en el tratamiento del asma en niños y adolescentes, por el riesgo de presentar reacciones neuropsiquiárticas, aunque poco frecuentes (las sufren menos del 1% de los pacientes), como pesadillas, insomnio, sonambulismo, ansiedad, comportamiento agresivo, depresión o irritabilidad. Como reacciones raras están la alteración de la atención y la memoria, o tener tics. Finalmente, como muy raras (ocurren en menos de 1 de cada 10.000 casos) estarían las alucinaciones, la desorientación, pensamientos y comportamientos suicidas, síntomas obsesivo-compulsivos o disfemia (tartamudez). Se ha llegado a relacionar el fármaco con trastornos tan extraños como el síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, consistente en episodios breves de distorsión del tamaño, la forma o la distancia de objetos o el propio cuerpo. Aunque en Reino Unido han hecho una advertencia en niños y adolescentes, en España los avisos en el medicamento no especifican edades. En la gran mayoría de pacientes, montelukast "tendrá más beneficios que riesgos" pero los padres deben estar atentos, sobre todo si el niño es pequeño y aparecen cambios en el comportamiento, tendencia a la agresividad o alteraciones del sueño.
Por Alfredo Calcedo 10 may, 2024
La opinión general sobre la teoría de la depresión basada en la diátesis-estrés considera los factores estresantes y la vulnerabilidad genética como riesgos independientes.  Este estudio investiga el papel de los genes y los factores estresantes para ver si es válido clasificar la depresión como reactiva o endógena. Los investigadores tratan de responder a la siguiente pregunta: ¿El riesgo genético de depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, TDAH, ansiedad y neuroticismo (un rasgo de personalidad) influye en la exposición de las personas a acontecimientos vitales estresantes? En este Estudio australiano sobre genética de la depresión, las personas con depresión respondieron encuestas sobre la exposición a acontecimientos vitales estresantes y analizaron el ADN de sus muestras de saliva para calcular su riesgo genético de sufrir un trastorno mental. Si los subtipos de depresión reactiva y endógena son válidos, es esperable que las personas con un componente genético más bajo en su depresión (el grupo reactivo) informarán de más eventos vitales estresantes, mientras que aquellos con un mayor componente genético (el grupo endógeno) informarán de menos eventos vitales estresantes. Sin embargo, después de estudiar a más de 14.000 personas con depresión se obtiene lo contrario: las personas con mayor riesgo genético de depresión, ansiedad, TDAH o esquizofrenia dicen haber estado expuestas a más factores estresantes. Conclusiones En primer lugar, se confirma que los genes y el entorno no son independientes. Los genes influyen en los entornos en los que terminamos y en lo que sucede después. Los genes también influyen en cómo reaccionamos ante esos eventos. En segundo lugar, los resultados del estudio no respaldan una distinción entre depresión reactiva y endógena. Los genes y el entorno tienen una interacción compleja. La mayoría de los casos de depresión son una mezcla de genética, biología y factores estresantes. En tercer lugar, las personas con depresión que parecen tener un componente genético más fuerte en su depresión informan que sus vidas están marcadas por factores estresantes más graves. En conjunto, los resultados sugieren que los esfuerzos para ayudar a las personas genéticamente vulnerables a afrontar el estrés podrían mejorar sus resultados y ayudar a romper el ciclo de depresión recurrente y eventos vitales estresantes acumulados. Comentado en The Conversation
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