Proteger a los jóvenes de los riesgos de la exposición a la publicidad de juegos de azar

19 de septiembre de 2025

Desde la legalización de las apuestas deportivas de un solo evento en Canadá en 2021, el país ha visto una explosión de publicidad relacionada con el juego, especialmente durante transmisiones deportivas. Esta normalización del juego, según los autores de este artículo, Shannon Charlebois y Shawn Kelly, representa una amenaza directa para la juventud canadiense.

La legalización del juego en línea en Ontario en 2022 convirtió cualquier smartphone en una plataforma de apuestas. Aunque los menores legalmente no pueden participar en apuestas, la publicidad los incita a iniciarse en el juego y a intensificar su participación, dificultando además la recuperación de quienes ya enfrentan adicción.

El juego problemático se asocia con suicidio, abuso de sustancias, criminalidad y otros daños sociales. En Noruega, el suicidio fue la principal causa de muerte entre personas con trastornos de juego entre 2008 y 2021. En el Reino Unido, los jóvenes con problemas de juego tienen hasta nueve veces más probabilidades de intentar suicidarse. Además, se ha vinculado el juego juvenil con delitos como robo, posesión de armas y agresiones.

En 2024, Ontario prohibió los anuncios de apuestas con atletas y celebridades. Sin embargo, las empresas sortearon la norma usando figuras públicas para promover el “juego responsable”, una estrategia que, según una revisión de 166 estudios, no tiene eficacia demostrada. Por otro lado, los elevados ingresos obtenidos por el juego (Ontario recaudó más de 1.400 millones de dólares en impuestos en tres años) dificulta la implementación de restricciones efectivas.

Los autores instan a eliminar toda publicidad de apuestas durante transmisiones accesibles a menores. Argumentan que las intervenciones provinciales aisladas no bastan y que se necesita legislación nacional para regular la publicidad de apuestas deportivas.

Por Alfredo Calcedo 18 de diciembre de 2025
Revisión narrativa de la literatura que ofrece una hoja de ruta práctica y de implementación escalonada, para incorporar la inteligencia artificial generativa en entornos clínicos de forma segura, progresiva y centrada en el bienestar de pacientes y profesionales. Los autores proponen un marco pragmático en cinco fases, ordenadas según el nivel de riesgo, complejidad técnica y evidencia disponible. Fase 1 – Reducción de carga administrativa : el uso de inteligencia artificial generativa (GenAI) para transcribir y generar notas durante las consultas puede liberar hasta un 25 % del tiempo dedicado a tareas clínicas, permitiendo mayor atención al paciente. Asimismo, facilita la síntesis eficiente de historiales clínicos y la redacción de sumarios de alta, lo que no solo acelera la comunicación entre profesionales, sino también mejora la comprensión y seguimiento por parte de los pacientes. Fase 2 – Mejora de eficiencia operativa : se sugiere automatizar tareas rutinarias como la programación, redacción de actas e incluso codificación de registros clínicos. En ámbitos como radiología y patología digital, GenAI puede disminuir el tiempo de creación de informes hasta en un tercio, aligerar la carga de trabajo y mitigar el agotamiento profesional. Fase 3 – Apoyo a la calidad y la seguridad : los grandes modelos de lenguaje (LLM) permiten la captura y análisis en tiempo real de eventos adversos o cuasi‑errores mediante el examen de registros electrónicos, posibilitando intervenciones tempranas. Su capacidad para sintetizar datos y generar informes automatizados libera recursos para enfoques de mejora más estratégicos. Fase 4 – Asistencia en la toma de decisiones clínicas : al interactuar mediante prompts, GenAI puede recuperar evidencia médica de calidad, sugerir diagnósticos diferenciales y apoyar la personalización de tratamientos, incluyendo el análisis de datos genómicos y fenotípicos. Fase 5 – Herramientas para pacientes : los chatbots especializados pueden ofrecer orientación sobre síntomas, seguimiento de enfermedades crónicas y redacción de respuestas a consultas. Aun así, se reconoce la necesidad de evaluación cuidadosa para evitar recomendaciones inapropiadas. El artículo identifica también riesgos inherentes: generación de errores (“alucinaciones”), sesgos debido a datos insuficientes, brechas en transparencia, amenazas a la privacidad, dependencia excesiva y costo ambiental. Para abordarlos, se sugieren estrategias como el uso de conjuntos de datos amplios y actualizados, “red teaming” para identificar vulnerabilidades, generación aumentada con recuperación de referencias, reducción de la entropía del modelo, revisión humana obligatoria, registro de cambios y validación continua. Finalmente, se subrayan desafíos regulatorios: los modelos en continua adaptación plantean dificultades para la aprobación única como software médico, por lo que se requieren esquemas regulatorios ágiles y protocolos robustos para evaluación y supervisión en cada fase.
Por Alfredo Calcedo 18 de diciembre de 2025
El estudio analiza la incidencia de homicidios entre personas con discapacidad (PcD) en Estados Unidos entre 2003 y 2022, utilizando datos del Sistema Nacional de Reporte de Muertes Violentas (NVDRS). Este sistema recopila información de certificados de defunción, registros forenses y reportes policiales, aunque no incluye variables estandarizadas sobre discapacidad; por ello, la identificación se realizó mediante búsqueda textual en los registros. Durante el período estudiado se registraron 1.498 homicidios de PcD. Las discapacidades más frecuentes fueron neurológicas (36,7%) y cognitivas (35,5%), seguidas por físicas (22,4%) y casos no especificados (5,4%). Un 18,2% presentaba múltiples tipos de discapacidad. La edad resultó un factor determinante: el 45,1% de las víctimas tenía 65 años o más, destacando el grupo de mayores de 75 años (29,7%). En cuanto al método, las armas de fuego estuvieron presentes en el 38,5% de los casos. Las circunstancias que precipitaron los homicidios fueron principalmente abuso o negligencia por parte de cuidadores (27%), discusiones (26%) y violencia de pareja íntima (24%). Estas últimas afectaron de manera desproporcionada a las mujeres: el 38,1% de los homicidios femeninos se relacionó con abuso de cuidadores y el 43,7% con violencia de pareja, frente al 19,1% y 9,1% en hombres, respectivamente. Además, casi la mitad de las víctimas (49,5%) presentaba problemas de salud mental en el momento de la muerte, y una proporción significativa había recibido tratamiento previo. En resumen, los adultos mayores representaron casi la mitad de las víctimas, y las afecciones de salud mental, como la demencia y el Alzheimer, fueron frecuentes entre los fallecidos, especialmente entre las mujeres. Entre los adultos mayores y los niños víctimas, el abuso o la negligencia de los cuidadores fue común. Los resultados subrayan la importancia de apoyar a los cuidadores de personas con discapacidad, crear entornos protectores para ellas, recopilar sistemáticamente datos sobre la violencia contra ellas y adaptar las estrategias de prevención para abordar sus necesidades.
Por Alfredo Calcedo 18 de diciembre de 2025
Artículo publicado en The Objective sobre los beneficios que la lectura reporta a nuestro cerebro y el bienestar emocional que proporciona. La lectura constituye una actividad compleja que, lejos de ser innata, ha requerido un proceso evolutivo y cultural para su adquisición. Con apenas seis milenios de existencia, esta habilidad implica una reorganización funcional del cerebro, en la que áreas previamente consolidadas se adaptan para permitir la decodificación y comprensión del lenguaje escrito. Desde la perspectiva neurocientífica, el acto lector activa múltiples regiones, entre ellas el giro supramarginal, el giro angular, las áreas frontales vinculadas a la articulación y las zonas occipitales responsables del procesamiento visual. Asimismo, intervienen estructuras relacionadas con la memoria y la carga emocional, lo que evidencia la relevancia de la neuroplasticidad y las conexiones interhemisféricas. Los beneficios derivados de la lectura son ampliamente reconocidos. En el plano psicológico, fomenta la imaginación y la empatía, al estimular áreas cerebrales asociadas con la teoría de la mente y la introspección. Además, potencia funciones cognitivas esenciales como la atención sostenida, la memoria y la concentración, contribuyendo a reducir la distracción y los niveles de estrés mediante la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina. De igual modo, se ha demostrado su papel protector frente al deterioro cognitivo, gracias al incremento de la denominada reserva cognitiva, que retrasa la aparición de síntomas asociados a la demencia. No obstante, persiste un elevado porcentaje de población que no incorpora la lectura a sus hábitos cotidianos. Para revertir esta tendencia, resulta imprescindible implementar estrategias institucionales orientadas a la promoción de la lectura mediante campañas informativas y actividades que involucren a bibliotecas, centros educativos y espacios comunitarios. A nivel individual, la creación de rutinas lectoras y la participación en entornos sociales como clubes de lectura constituyen herramientas eficaces para consolidar este hábito. En síntesis, la lectura se erige como un recurso insustituible para el bienestar emocional, la salud cognitiva y el fortalecimiento de los vínculos sociales. Fomentarla es, por tanto, una inversión en calidad de vida y desarrollo humano.