¿Puede la masturbación regular los síntomas del TEPT en los casos de abuso sexual infantil?

16 de mayo de 2025

El abuso sexual infantil (ASI) es un problema de salud pública con efectos profundos y duraderos en el bienestar emocional, psicológico y sexual de los sobrevivientes. Si bien una amplia investigación ha examinado los desafíos sexuales interpersonales asociados con el ASI, se sabe menos sobre su asociación con conductas sexuales solitarias como la masturbación, en particular los motivos o razones subyacentes.

Este estudio investiga sobre la compleja interacción entre el abuso sexual infantil, el TEPT y los motivos de la masturbación. En concreto, tres motivos específicos de masturbación: mejora del estado de ánimo, relajación/alivio del estrés y disminución de la excitación sexual.

Una muestra de 624 adultos (M = 29,51 años, SD = 10,23) completó una encuesta en línea que evaluaba el historial de ASI, los síntomas de TEPT, la frecuencia de masturbación y los motivos de la masturbación.

Resultados: el abuso sexual infantil (ASI) se asoció con mayores síntomas de TEPT, los cuales, a su vez, se vincularon con mayores niveles de motivación para la masturbación, relacionados con la mejora del estado de ánimo, la relajación y la disminución de la excitación sexual. Cabe destacar que las asociaciones directas entre el ASI y la motivación para la masturbación no fueron estadísticamente significativas. Estos hallazgos sugieren que la masturbación puede servir como mecanismo de afrontamiento, ya sea como regulación emocional adaptativa o, en ocasiones, como una respuesta desadaptativa que implica evitación o angustia.

Por Alfredo Calcedo 13 de noviembre de 2025
El artículo analiza la relación entre salud mental y contacto con la naturaleza . A partir de los datos de la cohorte CONSTANCES, un equipo francés ha medido el impacto de la presencia de vegetación en un radio de 300 metros alrededor del lugar de residencia. Resultados: Este impacto varía en función del nivel de urbanización. La exposición a un entorno más verde se asocia con menos síntomas depresivos en las zonas periurbanas y menos estrés psicológico en las zonas urbanas y periurbanas. Este efecto protector no se observa en las zonas rurales. Dada la prevalencia de los trastornos mentales, los autores recomiendan mantener e incluso aumentar la vegetación en los entornos urbanos
Por Alfredo Calcedo 13 de noviembre de 2025
El artículo publicado en The Conversation, analiza las consecuencias psicológicas de las inundaciones repentinas, tomando como referencia la DANA que afectó gravemente a la costa mediterránea española en octubre de 2024 . A partir de una revisión sistemática de más de 800 estudios científicos, se concluye que las inundaciones tienen un impacto significativo y duradero en la salud mental de los afectados, con trastornos como el estrés postraumático (TEPT), la ansiedad y la depresión como los más prevalentes. Estos efectos pueden persistir al menos tres años, y aunque tienden a disminuir con el tiempo, en algunos casos se cronifican. Los datos muestran que las personas que sufrieron directamente la inundación presentan tasas mucho más altas de TEPT (36,2 % frente al 7,9 % en no afectados), ansiedad (28,3 % frente al 6,5 %) y depresión (20,1 % frente al 5,8 %). Además, ciertos grupos son más vulnerables: mujeres, niños, adolescentes, personas con bajo nivel socioeconómico o educativo, desempleados y quienes ya tenían problemas de salud mental. También se destaca el papel de los factores estresantes secundarios, como los daños materiales, problemas con seguros, interrupciones en la vida cotidiana y pérdida de servicios, que agravan el impacto psicológico si no se gestionan rápidamente. Para mitigar estos efectos, el artículo propone varias medidas: Mejor coordinación interinstitucional entre organismos de prevención, respuesta, seguros y servicios sociosanitarios. Preparación adecuada ante futuras inundaciones, que puede reducir el TEPT. Incluir expertos en salud mental en los comités de emergencia. Dotar de recursos suficientes a los servicios de salud mental, con atención escalonada e integrada. Vigilancia epidemiológica que incluya trastornos mentales. Intervenciones sostenidas a medio y largo plazo, adaptadas al contexto. En resumen, el artículo subraya la necesidad de una respuesta integral y sostenida para abordar no solo los daños físicos, sino también la profunda huella emocional que dejan las inundaciones en las comunidades afectadas.
Por Alfredo Calcedo 13 de noviembre de 2025
Este estudio investiga el valor del tau total en líquido cefalorraquídeo (CSF t-tau) como biomarcador de degeneración sináptica en lugar de degeneración neuronal en la enfermedad de Alzheimer (EA). Tradicionalmente, el CSF t-tau ha sido considerado un marcador de daño neuronal, junto con la atrofia cerebral y la proteína de cadena ligera de neurofilamentos (NfL). Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que el CSF t-tau podría estar más estrechamente relacionado con la disfunción sináptica. Los autores analizaron datos de dos cohortes independientes (ADNI y WRAP), incluyendo 1692 participantes divididos en cognitivamente no afectados (CU) y afectados (CI). Se compararon las asociaciones entre CSF t-tau y biomarcadores de degeneración sináptica (neurogranin [Ng] y SNAP25) frente a los de degeneración neuronal (volumen hipocampal [HCV] y NfL). Los resultados mostraron que: El CSF t-tau se correlaciona más fuertemente con los biomarcadores sinápticos que con los de neurodegeneración, tanto en participantes cognitivamente no afectados (CU) como afectados (CI). Los biomarcadores sinápticos explican una mayor proporción de la variabilidad en los niveles de CSF t-tau (hasta el 95.7% en CU y 89.9% en CI). Individuos con alteraciones solo en biomarcadores sinápticos presentan niveles elevados de CSF t-tau, mientras que aquellos con alteraciones solo en biomarcadores de neurodegeneración no muestran este aumento. Además, se observó que el CSF t-tau está más relacionado con la actividad sináptica que con la pérdida neuronal, lo que sugiere que podría ser un marcador más sensible para detectar cambios tempranos en la EA. Este hallazgo tiene implicaciones importantes para el diseño de modelos de progresión de la enfermedad y para la selección de participantes en ensayos clínicos. El estudio también destaca que la tau tiene funciones fisiológicas en la plasticidad sináptica, y que su acumulación patológica puede alterar la transmisión sináptica antes de que ocurra una pérdida neuronal significativa. Por tanto, el CSF t-tau podría servir como un indicador temprano de disfunción sináptica, complementando otros biomarcadores en el diagnóstico y seguimiento de la EA.