Síndrome serotoninérgico: Revisión de la literatura

14 de marzo de 2024

Revisión de la literatura sobre el síndrome serotoninérgico (SS).

Resumen del artículo:

El SS es un efecto adverso poco común pero potencialmente grave, causado por un exceso de serotonina en el sistema nervioso central (SNC).

El diagnóstico de SS se basa en la presencia de síntomas clínicos, que pueden incluir agitación, confusión, frecuencia cardíaca elevada, presión arterial alta, pupilas dilatadas, rigidez muscular, temblores, sudoración y diarrea.

Existe una lista cada vez mayor de medicamentos asociados con el riesgo de SS. Algunas de las clases comunes de fármacos que pueden contribuir al desarrollo del SS incluyen inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina, inhibidores de la monoaminooxidasa, antidepresivos tricíclicos, estimulantes (p. ej., anfetaminas y cocaína), litio, opioides, fármacos utilizados para fines recreativos como éxtasis (MDMA) y algunos suplementos a base de hierbas (por ejemplo, hierba de San Juan). El SS puede ocurrir cuando estos medicamentos se toman solos o en combinación, especialmente cuando se agrega un nuevo medicamento o se cambia la dosis de un medicamento existente

Además, los fármacos serotonérgicos se metabolizan mediante la familia de enzimas citocromo P450. Si la actividad de las enzimas citocromo P450 está comprometida, el metabolismo de algunos fármacos serotonérgicos puede reducirse, lo que aumenta las posibilidades de SS. Los pacientes que reciben dosis más grandes de fármacos serotoninérgicos están especialmente en riesgo y el SS generalmente aparece dentro de un día de exposición al factor causal. Diferenciar el SS de otros síndromes con una presentación similar es bastante difícil. Algunas manifestaciones neurológicas de enfermedades como el síndrome neuroléptico maligno, la hipertermia maligna, la toxicidad anticolinérgica y los efectos del SNC de algunas enfermedades infecciosas, como la meningitis y la encefalitis, se asemejan mucho al SS.

El tratamiento del SS generalmente implica suspender el uso de la sustancia que causó los niveles excesivos de serotonina y brindar atención de apoyo, como líquidos y electrolitos intravenosos. En casos graves, se pueden usar benzodiazepinas para controlar la agitación y la rigidez muscular, mientras que se pueden usar antagonistas de la serotonina, como la ciproheptadina, para reducir los niveles de serotonina.

La revisión de la literatura señala un desconocimiento general entre los médicos sobre esta condición o los medicamentos asociados a ella. En consecuencia, se pasa por alto esta condición potencialmente fatal. Existe la necesidad de actualizaciones periódicas de información y recordatorios para todos aquellos profesionales que recetan medicamentos a los pacientes.

Esta revisión ayudará a aumentar la conciencia de los profesionales de la salud sobre este síndrome que está en aumento debido al uso creciente de sustancias serotonérgicas, que incluyen medicamentos, suplementos alimenticios y drogas recreativas.

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La microdosificación de psicodélicos , como la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), ha generado interés por sus posibles beneficios en diversos trastornos psiquiátricos, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Sin embargo, se desconoce la eficacia del LSD para reducir los síntomas del TDAH. Este estudio trata de determinar la seguridad y eficacia de dosis bajas repetidas de LSD para reducir los síntomas del TDAH en comparación con placebo. Resultados: En este ensayo clínico aleatorizado, multicéntrico, doble ciego y controlado con placebo, realizado en 53 personas, tanto el grupo con LSD como el grupo placebo mostraron una reducción significativa de los síntomas de TDAH. Sin embargo, no se observaron diferencias en la reducción de los síntomas entre ambos grupos. Esto significa que el LSD no fue eficaz para reducir los síntomas del TDAH en comparación con el placebo; estos resultados cuestionan la práctica anecdótica y resaltan la importancia de los ensayos controlados con placebo en la investigación de psicodélicos en dosis bajas.
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El conductor del autobús accidentado en Avilés (Asturias) en 2018 ha sido condenado a tres años de prisión por cinco delitos de homicidio por imprudencia grave y doce delitos de lesiones por imprudencia grave. Además, se le ha impuesto la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por cuatro años, junto con la pérdida definitiva del permiso de conducir y la inhabilitación especial para ejercer como conductor profesional durante 4 años. La jueza ha determinado que el acusado padecía epilepsia focal criptogénica desde 2015 y que, aunque estuvo bajo seguimiento médico, no aceptaba su diagnóstico debido a las consecuencias laborales que ello implicaba. A pesar de estar en tratamiento con medicación antiepiléptica, continuó ejerciendo su profesión, aunque los médicos le habían advertido que su condición era incompatible con la conducción de autobuses. El tribunal también ha señalado que el servicio de prevención de la empresa para la que trabajaba desconocía su historial médico, por lo que en 2018 fue declarado apto para el trabajo. No obstante, la resolución no es firme, por lo que el condenado aún puede presentar un recurso de apelación. Este caso me recuerda, salvando las diferencias, el caso del vuelo 9525 de Germanwings donde el piloto que también padecía problemas de salud y tampoco los comunicó a su empresa, estrelló el avión para suicidarse, matando además a 149 personas. De nuevo se plantea el dilema eterno entre autonomía y seguridad. ¿Debe ser la persona quien comunique a los servicios de prevención y riesgos laborales de la empresa de las condiciones médicas que padece o directamente los servicios médicos que atienden al paciente quienes deben informar al servicio médico de la empresa?
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