Activistas en Reino Unido solicitan frenar la prescripción de antidepresivos para mejorar la salud mental

16 de octubre de 2024

El artículo aborda una preocupación creciente sobre el aumento en la prescripción de antidepresivos en el Reino Unido. Un grupo diverso de profesionales médicos, investigadores, representantes de pacientes y políticos ha instado al gobierno del Reino Unido a revertir esta tendencia.

En la última década, las prescripciones de antidepresivos en Inglaterra casi se han duplicado, pasando de 47.3 millones en 2011 a 85.6 millones en 2022-23. Actualmente, más de 8.6 millones de adultos en Inglaterra reciben estos medicamentos anualmente, lo que representa casi el 20% de la población adulta. Además, la duración promedio del uso de antidepresivos se ha duplicado desde mediados de la década de 2000 hasta 2017, con aproximadamente la mitad de los pacientes clasificados como usuarios a largo plazo.

El uso prolongado de antidepresivos está asociado con efectos adversos, como aumento de peso, disfunción sexual, sangrado, caídas y peores resultados a largo plazo para algunos pacientes. Además, alrededor de la mitad de los pacientes experimentan efectos de abstinencia, con hasta la mitad de ellos describiendo sus síntomas como severos, y una proporción sustancial experimentando abstinencia durante semanas, meses o más.

El artículo también menciona que el aumento en la prescripción de antidepresivos no se ha traducido en una mejora en los resultados de salud mental a nivel poblacional. De hecho, según algunas medidas, los resultados de salud mental han empeorado a medida que ha aumentado la prescripción de antidepresivos. Los autores del artículo argumentan que es necesario un enfoque más equilibrado y basado en la evidencia para el tratamiento de la depresión y otros trastornos mentales, que incluya tanto intervenciones farmacológicas como no farmacológicas.

Comentario: me parece bien que se resalte la necesidad de usar de forma responsable los medicamentos, incluidos los antidepresivos, pero tampoco está claro como ya hemos publicado en algún artículo anterior, que ampliar la fuerza laboral de salud mental (psicólogos incluidos) vaya a mejorar los resultados de salud mental.

Y es que gran parte de las causas de los problemas de salud mental están relacionados con problemas sociales (por ejemplo, ausencia de vivienda y trabajos dignos) que van más allá de la intervención de los profesionales sanitarios. Como decía el doctor Peter Frank, precursor de la salud pública, “la miseria (pobreza) del pueblo es la madre de las enfermedades” y parece que vamos a sociedades cada vez con mayor desigualdad y pobreza, por ejemplo, la mayoría de los jóvenes de hoy no tienen capacidad para comprar con su salario una vivienda, a diferencia de generaciones anteriores. El aumento de la prescripción de antidepresivos bien puede servir como termómetro del malestar social, pero me temo que mientras no haya políticas efectivas para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, difícilmente se pondrá solución a estos problemas. Luego nos quejamos que aparezcan partidos extremos que se aprovechen de este malestar social.

Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Nueva guía británica (NHS) sobre mejores prácticas para la evaluación, formulación y gestión de la seguridad de las personas con riesgo suicida . Esta guía promueve un cambio hacia un enfoque más holístico y centrado en la persona, en lugar de basarse en la predicción del riesgo, la cual es poco fiable debido a la rapidez con la que los pensamientos suicidas pueden cambiar. En su lugar, recomienda utilizar un método basado en la comprensión de la situación de cada persona y la gestión de su seguridad.
Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Artículo publicado en Psychiatric Times acerca de la práctica en psiquiatría , que a pesar de ser una disciplina pragmática que busca aliviar el sufrimiento de los pacientes con diversas herramientas, a menudo se ve obstaculizada por la rigidez de sus modelos teóricos y el tribalismo entre diferentes enfoques (psicoanalítico, farmacológico, etc.). Esta división puede llevar a la aplicación inflexible de etiquetas diagnósticas y tratamientos, ignorando la complejidad individual de cada paciente. El autor ilustra este punto con tres historias conmovedoras: Ray Osheroff: Un nefrólogo con depresión que fue mal diagnosticado y tratado exclusivamente con terapia psicoanalítica en Chestnut Lodge, lo que empeoró su condición hasta que fue trasladado y tratado con antidepresivos, revelando la arrogancia de un enfoque único. Susannah Cahalan: Una joven con una rara enfermedad autoinmune que causó psicosis, inicialmente diagnosticada erróneamente con problemas psiquiátricos y tratada con antipsicóticos, hasta que un neurólogo investigó más a fondo, exponiendo los peligros del reduccionismo psiquiátrico. Laura Delano: Una joven que fue diagnosticada con múltiples trastornos psiquiátricos y medicada durante 14 años desde la adolescencia, hasta que decidió dejar la medicación y recuperó una vida plena, cuestionando la tendencia a la patologización excesiva. Los autores concluyen que estas historias son lecciones de humildad para la psiquiatría. En lugar de defender rígidamente un solo paradigma, los profesionales deben adoptar un enfoque más flexible, pragmático y escéptico, combinando diferentes herramientas terapéuticas según las necesidades del paciente y reconociendo las limitaciones del campo ante la complejidad del sufrimiento humano. La clave está en la adaptabilidad y la capacidad de cuestionar las propias creencias para evitar el exceso de confianza que puede eclipsar la realidad con el paciente.
Por Alfredo Calcedo 2 de mayo de 2025
Artículo de opinión publicado en Redacción Médica sobre las dificultades para distinguir los límites que separan lo normal y lo patológico en salud mental. Destaca la difusa frontera entre lo normal y lo patológico, agravada por la subjetividad inherente a la condición humana y la relevancia de la psique en las relaciones interpersonales. A esto se suma una intolerancia cultural hacia la incomodidad, que fomenta la medicalización de experiencias humanas normales, como el duelo, la inseguridad laboral o la irritación ante problemas sociales, llevando a un consumo excesivo de psicofármacos. Los autores critican un abordaje superficial de estos problemas en el sistema sanitario, centrado en tratar síntomas y no en las causas profundas, lo que contribuye a la iatrogenia y al abuso de medicamentos. Destacan que la reciente aprobación de un nuevo plan de salud mental por el consejo interterritorial busca, entre otros objetivos, reducir este abuso promoviendo un enfoque comunitario. El plan incluye el refuerzo de recursos humanos en salud mental y la incorporación de psicólogos y acceso a psicoterapia. Sin embargo, advierte que una implementación acrítica podría aumentar la "psicologización" inadecuada. Sugiere que sería más efectivo permitir a los profesionales de atención primaria consultar a psicólogos en lugar de derivar directamente a los pacientes. Aunque se valora el énfasis del plan en alternativas a la institucionalización, los autores critican su falta de atención a la medicalización en salud mental y señala que propuestas como la "prescripción social" no abordan las causas reales de la demanda. Proponen, en cambio, un enfoque genuinamente comunitario, que promueva políticas públicas saludables en educación, trabajo, vivienda y ocio, implicando sectores más allá del sanitario para abordar las fuentes de malestar y desigualdad. Finalmente, el texto aboga por estrategias intersectoriales como las sugeridas por la OMS en su iniciativa "Salud en todas las políticas" y podría ser un paso positivo si fomenta la prevención de la medicalización inadecuada y fortalece la atención primaria y comunitaria para promover la salud colectiva en colaboración con otros sectores sociales.
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