Análisis retrospectivo de las tasas de simulación en una consulta de psiquiatría forense

20 de mayo de 2025

El artículo examina de forma retrospectiva la prevalencia de simulación en un entorno de psiquiatría forense, tras el análisis 1.300 sujetos evaluados en Lexington, Kentucky.

La simulación se define como la falsificación o exageración intencional de síntomas  con el propósito de obtener beneficios secundarios. Su prevalencia varía significativamente en distintos contextos médico-legales, lo que subraya la necesidad de identificar factores adicionales para su diagnóstico.

Los resultados del estudio indican que las probabilidades de simulación fueron   aproximadamente el doble en individuos con menor educación universitaria, aquellos remitidos por la parte contraria en un litigio y quienes cumplían criterios para tres o más diagnósticos psiquiátricos según el DSM-5. Además, los casos relacionados con   compensación laboral y lesiones en la cabeza mostraron una mayor tendencia al simulación en comparación con otros tipos de evaluaciones.

El estudio también encontró diferencias significativas en función del género, con una mayor prevalencia de simulación en hombres, en comparación con mujeres, mientras que no se observaron diferencias significativas en función de la raza .

El artículo destaca la importancia de que los profesionales forenses sean especialmente cuidadosos al evaluar la posible falsificación o exageración de síntomas. El DSM-5-TR  sugiere considerar el simulación cuando hay una discrepancia marcada entre los síntomas reportados y los hallazgos objetivos, cuando el individuo presenta trastorno de personalidad antisocial, o cuando la evaluación ocurre en un contexto médico-legal. Sin embargo, la literatura indica que estos indicadores pueden ser poco útiles y generar sesgos de confirmación.

Por ejemplo, la falta de cooperación en una evaluación no es un predictor confiable de simulación, ya que puede estar más relacionada con trastornos psicóticos. Asimismo, la   discrepancia de síntomas es una característica central de trastornos neurológicos funcionales y trastornos de síntomas somáticos, en los cuales los síntomas no son falsificados.

El artículo también menciona el concepto de "neurosis de compensación", que se refiere a la exageración inconsciente de síntomas debido a un estrés específico. Este fenómeno está asociado con trastornos de personalidad borderline, antisocial, narcisista e histriónico.

Además, el DSM-5 incluye dos diagnósticos que implican fingir síntomas: el trastorno facticio y la simulación. La simulación se refiere a que la persona finge los síntomas por un incentivo externo, mientras que en el trastorno facticio finge los síntomas para el beneficio psicológico de representar el papel de enfermo.

En conclusión, el estudio subraya la necesidad de considerar múltiples factores (como   educación, género, historial psiquiátrico, tipo de caso y tipo de referencia) al evaluar la simulación en un contexto forense. También advierte sobre los riesgos de sesgos de confirmación y la importancia de utilizar herramientas de evaluación válidas y confiables para evitar diagnósticos erróneos.

Por Alfredo Calcedo 4 de julio de 2025
Artículo de opinión que aborda las profundas implicaciones clínicas, éticas y culturales de la legalización de la muerte asistida (MAID o eutanasia) para personas con sufrimiento psicológico, especialmente en países como Países Bajos, Suiza y Canadá. Por ejemplo, en 2024, los Países Bajos registraron un récord de 219 muertes por eutanasia por sufrimiento psicológico, un aumento del 60% respecto al año anterior. La psiquiatra Hannah Spier, autora del artículo, expresa una preocupación creciente por cómo esta tendencia está transformando la práctica de la psiquiatría y el valor que la sociedad otorga a la vida humana. Denuncia un cambio en los valores médicos, de priorizar la curación y la esperanza, se ha pasado a exaltar la autonomía, la dignidad y la elección personal como valores supremos. Esto ha llevado a que el suicidio, antes considerado un síntoma de enfermedad mental, ahora pueda ser validado como una decisión racional. Como consecuencia clínica, se plantea una contradicción: si el sufrimiento psicológico es tan válido como el físico, ¿cómo se puede negar la eutanasia a quien padece depresión crónica? Esto obliga a los psiquiatras a decidir si un paciente suicida está enfermo o simplemente es “realista”. Por otro lado, es más que cuestionable la capacidad del sistema psiquiátrico para determinar con certeza quién está en su sano juicio para tomar esta decisión irreversible. Señala también el posible impacto en los profesionales y allegados. Se relatan casos de personas emocionalmente afectadas por acompañar a seres queridos en procesos de suicidio asistido, incluso sin tener antecedentes psiquiátricos. El sufrimiento de quienes rodean al paciente suele ser silenciado por el lenguaje clínico y legal que rodea al “derecho a morir con dignidad”. La autora advierte que la mera existencia de la eutanasia como opción puede ejercer presión sobre personas vulnerables, especialmente ancianos o discapacitados, que podrían sentirse como una carga. Se denuncia una cultura utilitarista que valora la vida solo si es productiva, autónoma y libre de sufrimiento. El artículo concluye con una crítica a la cultura contemporánea que trivializa la muerte como una opción más, y a un sistema que espera que los psiquiatras prevengan el suicidio mientras se legaliza su facilitación. La autora defiende la necesidad de preservar el valor intrínseco de la vida humana y de resistir la presión cultural que convierte la desesperación en una elección válida.
Por Alfredo Calcedo 4 de julio de 2025
El artículo explora cómo los trastornos del sueño y las enfermedades psiquiátricas están profundamente entrelazados , influyéndose mutuamente de forma compleja. Esta relación bidireccional complica tanto el diagnóstico como el tratamiento, y exige un enfoque clínico integrado. Insomnio: Es el trastorno más común y se asocia fuertemente con ansiedad y depresión. El insomnio crónico triplica el riesgo de desarrollar trastornos del estado de ánimo. La terapia cognitivo-conductual para el insomnio (CBT-I) es el tratamiento de primera línea y ha demostrado prevenir recaídas depresivas. Narcolepsia y trastornos del ritmo circadiano: A menudo se confunden con trastornos psiquiátricos como el trastorno bipolar o la esquizofrenia. Requieren una evaluación cuidadosa para evitar diagnósticos erróneos y tratamientos inadecuados. Parasomnias y síndrome de piernas inquietas: Son frecuentes en pacientes psiquiátricos y pueden agravar síntomas como la ansiedad o la irritabilidad. Su tratamiento específico puede mejorar tanto el sueño como la salud mental general. Apnea obstructiva del sueño (AOS): Se vincula con depresión, deterioro cognitivo y fatiga diurna. El tratamiento con CPAP (presión positiva continua en las vías respiratorias) puede mejorar significativamente el estado de ánimo y la función cognitiva. Desafíos diagnósticos Muchos síntomas del sueño se solapan con los de trastornos psiquiátricos, lo que puede llevar a confusión clínica. La falta de formación específica en medicina del sueño entre psiquiatras contribuye a diagnósticos incompletos o erróneos. Enfoques terapéuticos integrados Se recomienda una atención colaborativa entre psiquiatras, neurólogos y especialistas en medicina del sueño. El tratamiento efectivo de los trastornos del sueño puede mejorar la respuesta a psicofármacos y reducir la recurrencia de síntomas psiquiátricos. Los trastornos del sueño no deben considerarse síntomas secundarios, sino condiciones clínicas que merecen atención propia. Su abordaje adecuado puede transformar el pronóstico de muchos pacientes con enfermedades mentales.
Por Alfredo Calcedo 4 de julio de 2025
Estudio que investiga cómo los rasgos de la tríada oscura (narcisismo, maquiavelismo y psicopatía) se relacionan con la depresión y la flexibilidad de afrontamiento, utilizando el Modelo de los Cinco Grandes (FFM) y análisis de redes para identificar rasgos adaptativos y desadaptativos. Los rasgos de la tríada oscura son el maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía. Estos rasgos suelen estar vinculados a la manipulación, la autoimportancia y la falta de empatía, respectivamente. Los hallazgos sugieren que algunos rasgos de personalidad tradicionalmente considerados socialmente aversivos podrían, en realidad, cumplir funciones psicológicas protectoras y adaptativas en algunos contextos, dependiendo de cómo influyan en las estrategias de afrontamiento. Por ejemplo, las personas con alta capacidad de acción maquiavélica pueden ser asertivas, seguras de sí mismas y orientadas a objetivos. En cambio, rasgos como el antagonismo narcisista (sensación de derecho, la falta de empatía y la arrogancia) y el neuroticismo, comunes a múltiples dimensiones de la tríada oscura, suelen considerarse desadaptativos debido a su relación con el malestar emocional y las conductas conflictivas. Comentado en Psypost
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