Así cambia el cerebro de las víctimas de la violencia de género

6 de noviembre de 2024

El artículo aborda cómo la violencia de género afecta el cerebro de las mujeres que la sufren. La violencia de género es un problema grave que afecta a casi una de cada tres mujeres en todo el mundo. Este tipo de violencia, perpetrada por parejas o exparejas, busca controlar y dañar a las víctimas, generando un estrés inmenso.

Las agresiones físicas y psicológicas continuadas pueden causar daños neuronales detectables en el cerebro. Estudios de neuroimagen han mostrado que el maltrato afecta la sustancia blanca, estructura clave para la conectividad cerebral. Además, los cerebros de las víctimas suelen ser menos voluminosos y presentan surcos más superficiales, lo que puede reducir la capacidad de procesamiento de información.

El artículo también destaca que la violencia de género puede dañar áreas corticales relacionadas con el comportamiento social y estructuras relacionadas con el procesamiento de la información como la amígdala, la corteza prefrontal, el hipotálamo y el hipocampo, lo que puede afectar al comportamiento y a la toma de decisiones. Estos daños pueden afectar la capacidad de planificar, organizar, resolver problemas y adaptarse al entorno.

El estrés generado por la violencia afecta los niveles de sustancias clave para la regulación del estado de ánimo y las emociones, como la serotonina, el cortisol y la dopamina. Esto puede llevar al desarrollo de trastornos depresivos, de ansiedad y otros problemas emocionales.

A pesar de estos daños, el artículo subraya que no tienen por qué ser permanentes. Con el tratamiento adecuado, las víctimas pueden recuperar su calidad de vida, ya que el cerebro tiene una notable capacidad para sanar.

Por Alfredo Calcedo 16 de diciembre de 2025
La prevalencia de problemas de sueño en personas con trastorno del espectro del autismo (TEA) es alta y afectan su calidad de vida y habilidades sociales. Dada la ausencia de una guía sobre el tratamiento del insomnio en personas con TEA a nivel nacional o europeo, se ha creado este documento de consenso liderado por la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Sociedad Española de Sueño (SES). Mediante un proceso Delphi modificado y adaptado, se describen herramientas de diagnóstico antes de iniciar el tratamiento y recomendaciones sobre el tratamiento integral. El tratamiento del insomnio se inicia con medidas de higiene del sueño y terapias ambientales y cognitivo-conductuales personalizadas. En insomnio de mantenimiento si estas medidas no son suficientes se recomienda como fármaco de primera elección la melatonina pediátrica de liberación prolongada (MPLP), comenzando con una dosis de 2mg/día y ajustando hasta 10mg/día según necesidad. Si los problemas persisten, se pueden añadir gradualmente alimemazina, risperidona o clonidina en ese orden. En el insomnio de inicio, se aconseja melatonina de liberación inmediata (MLI) a dosis inicial de 5mg/día y disminuyendo a 2mg/día si es eficaz o subiendo a 7mg/día en caso contrario o MPLP. Las dosis se reevalúan periódicamente tras controles periódicos con agendas de sueño. Mediante un proceso Delphi modificado y adaptado, se describen herramientas de diagnóstico antes de iniciar el tratamiento y recomendaciones sobre el tratamiento integral. El tratamiento del insomnio se inicia con medidas de higiene del sueño y terapias ambientales y cognitivo-conductuales personalizadas. En insomnio de mantenimiento si estas medidas no son suficientes se recomienda como fármaco de primera elección la melatonina pediátrica de liberación prolongada (MPLP), comenzando con una dosis de 2mg/día y ajustando hasta 10mg/día según necesidad. Si los problemas persisten, se pueden añadir gradualmente alimemazina, risperidona o clonidina en ese orden. En el insomnio de inicio, se aconseja melatonina de liberación inmediata (MLI) a dosis inicial de 5mg/día y disminuyendo a 2mg/día si es eficaz o subiendo a 7mg/día en caso contrario o MPLP. Las dosis se reevalúan periódicamente tras controles periódicos con agendas de sueño.
Por Alfredo Calcedo 16 de diciembre de 2025
En Australia se llevó a cabo un ensayo clínico ReINVEST para evaluar si la sertralina —un conocido inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS)— podía disminuir la reincidencia de violencia entre hombres con antecedentes de comportamiento impulsivo. Se reclutaron 630 participantes varones, todos con al menos dos condenas previas por violencia y una marcada impulsividad. Durante 24 meses, la mitad recibió 100 mg diarios de sertralina, mientras que la otra mitad tomó un placebo, sin saber cuál sustancia habían estado ingiriendo. Todos contaron con seguimiento psicológico y apoyo en salud mental, justicia y servicios sociales. Al finalizar el estudio, los registros judiciales mostraron una diferencia significativa: el grupo tratado con sertralina tuvo un 21 % menos de reincidencia en violencia doméstica que el grupo placebo. Este beneficio fue aún más claro entre aquellos que tomaron la medicación de forma estricta, alcanzando una reducción del 30 %. Los participantes que además presentaban altos niveles de malestar psicológico mostraron una reducción del 52 % en los reingresos por violencia. Los investigadores propusieron que este impacto se basa en el vínculo comprobado entre los niveles bajos de serotonina y la impulsividad agresiva. Al incrementar la actividad de este neurotransmisor, la sertralina podría moderar las reacciones emocionales intensas, propias de los episodios de violencia reactiva, más que de actos premeditados. Estas conclusiones abren un debate: ¿debería considerarse la farmacoterapia como complemento en la prevención de la violencia, enfocándose en factores biológicos individuales y no solo en causas sociales o culturales? Muchos lo ven como una invitación a replantear las estrategias actuales, integrando tratamientos médicos personalizados junto a las terapias conductuales existentes. Algunos defensores de la salud mental argumentan que tratar la violencia como un problema de salud pública, y no solo un delito, puede desbloquear vías innovadoras para reducir la reincidencia, especialmente en hombres con déficit de autocontrol. Sin embargo, también surgieron críticas: ciertos sectores alertaron sobre posibles riesgos y cuestionaron si se está optando por un enfoque médico sobre problemas culturales históricos. En resumen, el estudio ReINVEST aporta la primera evidencia clínica sólida de que la sertralina, cuando se acompaña de apoyo psicológico y acompañamiento social, puede reducir de forma significativa la reincidencia violenta en hombres impulsivos. Los hallazgos indican una reducción del 21 % a 52 % según adherencia y nivel de estrés psicológico, ofreciendo un nuevo paradigma para abordar la violencia con tratamientos personalizados y combinados. Esta investigación podría marcar el inicio de una tendencia a superar visiones exclusivamente punitivas, integrando enfoques biomédicos en el tratamiento de agresores impulsivos. Comentado en Theconversation.
Por Alfredo Calcedo 16 de diciembre de 2025
La relación entre la orientación hacia el mercado y las tasas nacionales de homicidio ha sido objeto de debate durante décadas. Diversas tradiciones teóricas han sostenido que el desarrollo y la expansión de los mercados tienden a incrementar la criminalidad, asociando la competencia económica con tensiones sociales y conductas desviadas. Sin embargo, otras perspectivas clásicas plantean una visión opuesta: la expansión del mercado podría contribuir a reducir la violencia. Norbert Elias argumentaba que la interconexión económica exige sociedades estables, mayor sensibilidad hacia los demás y un control más estricto de las emociones. En la misma línea, Émile Durkheim defendía que una mayor división del trabajo y la integración social disminuyen los delitos contra la persona, especialmente cuando surge una “religión de la humanidad” que refuerza valores colectivos. Estas ideas encuentran respaldo en evidencias empíricas que muestran cómo la integración en mercados fomenta la equidad y la prosocialidad, mientras que las sociedades orientadas al mercado tienden a rechazar conductas poco éticas. Incluso la globalización, como fenómeno económico y cultural, se ha vinculado con la reducción de homicidios a nivel nacional. Para contrastar estas hipótesis, el estudio analizó datos de panel correspondientes a 88 países entre los años 2000 y 2019. Las tasas de homicidio se obtuvieron de la base de datos de mortalidad de la Organización Mundial de la Salud, mientras que la orientación hacia el mercado se operacionalizó mediante el índice de Libertad Económica del Mundo del Instituto Fraser. Se emplearon modelos transversales agrupados con efectos fijos, controlando por variables estructurales comúnmente asociadas a la violencia. Los resultados revelaron una asociación negativa y significativa entre la orientación al mercado y las tasas de homicidios, un tamaño del efecto sustancialmente significativo, que el efecto parece estar concentrado en naciones con menor orientación al mercado y los hallazgos se mantuvieron consistentes en varias verificaciones de estabilidad En síntesis, lejos de incrementar la violencia, la expansión del mercado parece contribuir a sociedades más seguras. Este estudio desafía concepciones tradicionales y sugiere que la integración económica, acompañada de normas éticas y cooperación, puede ser un factor clave en la reducción de homicidios a nivel global.