Así cambia el cerebro de las víctimas de la violencia de género

6 de noviembre de 2024

El artículo aborda cómo la violencia de género afecta el cerebro de las mujeres que la sufren. La violencia de género es un problema grave que afecta a casi una de cada tres mujeres en todo el mundo. Este tipo de violencia, perpetrada por parejas o exparejas, busca controlar y dañar a las víctimas, generando un estrés inmenso.

Las agresiones físicas y psicológicas continuadas pueden causar daños neuronales detectables en el cerebro. Estudios de neuroimagen han mostrado que el maltrato afecta la sustancia blanca, estructura clave para la conectividad cerebral. Además, los cerebros de las víctimas suelen ser menos voluminosos y presentan surcos más superficiales, lo que puede reducir la capacidad de procesamiento de información.

El artículo también destaca que la violencia de género puede dañar áreas corticales relacionadas con el comportamiento social y estructuras relacionadas con el procesamiento de la información como la amígdala, la corteza prefrontal, el hipotálamo y el hipocampo, lo que puede afectar al comportamiento y a la toma de decisiones. Estos daños pueden afectar la capacidad de planificar, organizar, resolver problemas y adaptarse al entorno.

El estrés generado por la violencia afecta los niveles de sustancias clave para la regulación del estado de ánimo y las emociones, como la serotonina, el cortisol y la dopamina. Esto puede llevar al desarrollo de trastornos depresivos, de ansiedad y otros problemas emocionales.

A pesar de estos daños, el artículo subraya que no tienen por qué ser permanentes. Con el tratamiento adecuado, las víctimas pueden recuperar su calidad de vida, ya que el cerebro tiene una notable capacidad para sanar.

Por Alfredo Calcedo 19 de junio de 2025
Editorial de la revista Psiquiatría de Australasia que evalúa la práctica de utilizar la ideación suicida reportada (IS) como un predictor importante del suicidio y como un indicador principal para decidir la elegibilidad y la prioridad del acceso a los servicios de salud mental. El artículo argumenta que la ideación suicida, tradicionalmente considerada el predictor más importante del suicidio consumado, debería ser reevaluada en su papel como único o principal factor de riesgo. Los autores postulan que, si bien la ideación suicida es un elemento crucial en la evaluación del riesgo, su presencia por sí sola no es suficiente para predecir con precisión quién intentará o morirá por suicidio. Esta afirmación se basa en la observación de que un gran porcentaje de personas que informan ideación suicida nunca llegan a un intento, y, por otro lado, algunas personas que intentan o mueren por suicidio no reportan ideación previamente. La reticencia a minimizar el valor predictivo de las ideas suicidas se debe a diversas motivaciones comprensibles. En primer lugar, la ideación suicida tiene una importancia histórica, ya que se considera un predictor de riesgo en la mayoría de los libros de texto y guías clásicas. En segundo lugar, no es fácil, especialmente al tratarse de un resultado devastador, como el suicidio consumado, ignorar un síntoma con una validez aparente tan sólida, incluso cuando, contrariamente a la intuición, su validez predictiva es prácticamente nula. Finalmente, una guía puede fácilmente pecar de cautelosa y recomendar una determinada evaluación, especialmente cuando se considera un proceso sin inconvenientes. Sin embargo, este enfoque bien intencionado tiene sus inconvenientes; por lo tanto, las guías sociales y las autoridades sanitarias podrían tener que reconsiderar su postura. Se necesitan más estudios para determinar el mejor modelo de triaje para los servicios de salud mental en diferentes puntos de acceso y en diferentes entornos, y para determinar si la evaluación del riesgo de suicidio sigue siendo una iniciativa que merece la pena a nivel clínico individual.
Por Alfredo Calcedo 19 de junio de 2025
Las personas con esquizofrenia presentan una reducción de 16 a 20 años en su esperanza de vida, principalmente debido a la enfermedad cardiometabólica. La clozapina, el antipsicótico más eficaz para la esquizofrenia resistente al tratamiento, se asocia con aumento de peso y disfunción metabólica. Los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón-1, incluida la semaglutida, contribuyen a una pérdida de peso sustancial en la población general, pero se desconoce su efecto y perfil de seguridad en personas con esquizofrenia. Este estudio evalúa la eficacia y la seguridad de la semaglutida para la reducción de peso en personas con esquizofrenia a quienes se les prescribió clozapina. Resultados: La semaglutida produjo una pérdida de peso significativamente mayor que el placebo en este pequeño ensayo de 31 pacientes (15 en el grupo semaglutida y 16 en el grupo control), sin afectar los síntomas psicóticos ni las concentraciones de clozapina. La semaglutida parece ser segura y bien tolerada en esta población. Estos hallazgos alentadores resaltan la necesidad de realizar ensayos confirmatorios más amplios. Este estudio fue financiado por una beca de investigación y no fue financiado por la industria farmacéutica Comentado en Medicalxpress “Las personas con esquizofrenia necesitan urgentemente acceso a tratamientos eficaces contra la obesidad, como la semaglutida", afirmó el profesor Siskind (coautor del trabajo publicado)
Por Alfredo Calcedo 19 de junio de 2025
Artículo que recuerda la i mportancia de generar esperanza en la terapia ya que mejora la resiliencia y empodera a los pacientes para superar los desafíos de salud mental y alcanzar sus objetivos. Conclusiones clave La esperanza es vital en la terapia, ya que mejora la resiliencia y el compromiso del paciente, particularmente en la terapia cognitivo-conductual (TCC). Los objetivos orientados a la recuperación en la TCC se centran en alinear la vida de los pacientes con sus valores, fomentando el empoderamiento y el bienestar. Las investigaciones muestran que la esperanza mejora los resultados en las condiciones de salud mental, actuando como un mecanismo transdiagnóstico de cambio. Los médicos pueden generar esperanza explorando los valores de los pacientes, estableciendo objetivos manejables y normalizando sus luchas.
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