Cómo el cerebro puede apagar milagrosamente el dolor
El cerebro puede apagar el dolor de manera sorprendente. Durante la Segunda Guerra Mundial, el médico Henry Beecher observó que algunos soldados heridos no necesitaban analgésicos fuertes para controlar el dolor. En algunos casos, la lesión era tan grave que casi se amputaba una extremidad.
Se había producido un fenómeno extraordinario. El miedo, el estrés y las emociones en el cerebro, habían desactivado el dolor .
El dolor tiene un propósito crucial: proteger el cuerpo. El dolor no se detecta directamente; es una sensación creada por el cerebro a partir de la información recibida de los nociceptores, neuronas especializadas que detectan estímulos nocivos.
La transmisión de la información del dolor puede ser bloqueada, como ocurre con los anestésicos locales y generales. El dolor es una experiencia variable y subjetiva, y algunas personas nacen sin la capacidad de sentir dolor, una condición llamada analgesia congénita. Aunque podría parecer ventajoso, estas personas pueden sufrir lesiones graves sin darse cuenta.
Todos poseemos una capacidad innata para controlar nuestros niveles de dolor. Factores como el miedo, el estrés y las emociones pueden interferir en la transmisión de la información del dolor, permitiendo que el cerebro "apague" el dolor en ciertas circunstancias.
El secreto está en la sustancia gris periacueductal (GPA), sustancia gris que rodea el acueducto cerebral en el mesencéfalo. Esta pequeña región contiene neuronas cuya función es alterar las señales de dolor que llegan a la corteza cerebral. De este modo, es capaz de amortiguar la señal dolorosa.
Las sustancias que generan este efecto analgésico se denominan encefalinas. Se producen en muchas zonas diferentes del cerebro (incluido la sustancia GPA) y la médula espinal, y pueden tener acciones similares a las de analgésicos potentes como la morfina.

