El coste psiquiátrico de morir con dignidad
Artículo de opinión que aborda las profundas implicaciones clínicas, éticas y culturales de la legalización de la muerte asistida (MAID o eutanasia) para personas con sufrimiento psicológico, especialmente en países como Países Bajos, Suiza y Canadá. Por ejemplo, en 2024, los Países Bajos registraron un récord de 219 muertes por eutanasia por sufrimiento psicológico, un aumento del 60% respecto al año anterior.
La psiquiatra Hannah Spier, autora del artículo, expresa una preocupación creciente por cómo esta tendencia está transformando la práctica de la psiquiatría y el valor que la sociedad otorga a la vida humana.
Denuncia un cambio en los valores médicos, de priorizar la curación y la esperanza, se ha pasado a exaltar la autonomía, la dignidad y la elección personal como valores supremos. Esto ha llevado a que el suicidio, antes considerado un síntoma de enfermedad mental, ahora pueda ser validado como una decisión racional.
Como consecuencia clínica, se plantea una contradicción: si el sufrimiento psicológico es tan válido como el físico, ¿cómo se puede negar la eutanasia a quien padece depresión crónica? Esto obliga a los psiquiatras a decidir si un paciente suicida está enfermo o simplemente es “realista”. Por otro lado, es más que cuestionable la capacidad del sistema psiquiátrico para determinar con certeza quién está en su sano juicio para tomar esta decisión irreversible.
Señala también el posible impacto en los profesionales y allegados. Se relatan casos de personas emocionalmente afectadas por acompañar a seres queridos en procesos de suicidio asistido, incluso sin tener antecedentes psiquiátricos. El sufrimiento de quienes rodean al paciente suele ser silenciado por el lenguaje clínico y legal que rodea al “derecho a morir con dignidad”.
La autora advierte que la mera existencia de la eutanasia como opción puede ejercer presión sobre personas vulnerables, especialmente ancianos o discapacitados, que podrían sentirse como una carga. Se denuncia una cultura utilitarista que valora la vida solo si es productiva, autónoma y libre de sufrimiento.
El artículo concluye con una crítica a la cultura contemporánea que trivializa la muerte como una opción más, y a un sistema que espera que los psiquiatras prevengan el suicidio mientras se legaliza su facilitación. La autora defiende la necesidad de preservar el valor intrínseco de la vida humana y de resistir la presión cultural que convierte la desesperación en una elección válida.


