La neuroinflamación es el principal efecto nocivo de los microplásticos
Como ya publicamos en nuestro boletín, los resultados de una investigación ha detectado microplásticos en el cerebro humano en concentraciones más elevadas que en otros órganos, y su acumulación parece aumentar con el tiempo.
Uno de los principales efectos de los microplásticos es la neuroinflamación, que se produce cuando estas partículas activan la respuesta inmunitaria del sistema nervioso. Esto ocurre principalmente a través de la activación de la microglía y los astrocitos, lo que puede desencadenar un estado inflamatorio crónico. Además, los microplásticos pueden inducir estrés oxidativo, generando especies reactivas de oxígeno que dañan las células neuronales y aumentan el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Otro efecto preocupante es la posible disrupción de la barrera hematoencefálica, una estructura clave que protege al cerebro de sustancias tóxicas. La alteración de esta barrera podría facilitar la entrada de otras sustancias nocivas y potenciar el daño neurológico a largo plazo.
Los efectos adversos de los microplásticos no se limitan al cerebro. En el sistema digestivo, pueden alterar la microbiota intestinal, afectando la absorción de nutrientes y favoreciendo estados inflamatorios sistémicos. En el hígado, se ha observado que los microplásticos pueden generar estrés oxidativo y disfunción hepática, promoviendo la acumulación de grasa y aumentando el riesgo de enfermedades como el hígado graso no alcohólico. En los riñones, la exposición prolongada a microplásticos podría afectar la función de filtrado, facilitando el daño celular y la fibrosis renal.
En el citado estudio se ha visto que los microplásticos se alojan en mayor cantidad en la mielina. Esto se debe a que está compuesta principalmente por lípidos, lo que la hace altamente susceptible a la acumulación de microplásticos. Esta afinidad puede deberse a la composición química de los microplásticos, que contienen polímeros hidrofóbicos que tienden a asociarse con estructuras ricas en grasas.
La alimentación y el agua potable son fuentes de exposición a la ingesta de microplásticos que se acumulan en el organismo. Los alimentos más contaminados suelen ser los productos marinos, especialmente los moluscos bivalvos, como mejillones y ostras, que filtran grandes volúmenes de agua y pueden acumular microplásticos en sus tejidos.
Comentado en El Médico Interactivo.

