Lo que la COVID prolongada puede enseñar a la psiquiatría y a sus críticos
El autor del artículo presenta el caso de la covid prolongada como ejemplo de una enfermedad que carece de criterios diagnósticos definitivos, biomarcadores y tratamientos establecidos. Esta ambigüedad recuerda a muchos trastornos psiquiátricos, que también carecen de pruebas objetivas pero generan sufrimiento significativo.
Algunos críticos sostienen que los trastornos psiquiátricos no son “reales” por no cumplir con criterios biomédicos clásicos. Sin embargo, el artículo argumenta que el sufrimiento y la incapacidad son suficientes para validar una enfermedad, incluso sin pruebas de laboratorio.
Aunque se establecen algunas comparaciones entre el diagnóstico de la Covid-19 persistente y el de algunos trastornos psiquiátricos, nada de lo expuesto debe interpretarse como que la Covid-19 persistente sea un "trastorno psiquiátrico". Sea cual sea su naturaleza exacta, es evidente que presenta numerosas manifestaciones físicas y biológicas y constituye una enfermedad muy "real".
El artículo propone que tanto en psiquiatría como en medicina general, el reconocimiento de una enfermedad debe centrarse en el sufrimiento y la incapacidad. La noción de “estado patológico” es más útil que la de “trastorno”, ya que valida la experiencia del paciente.
La psiquiatría debe defender su legitimidad frente a las críticas, mostrando que trata enfermedades reales aunque complejas. La COVID persistente sirve como espejo para entender que la medicina no siempre puede ofrecer certezas, pero sí compasión y cuidado.


