Neurofarmacología de la ketamina y su uso en el tratamiento del trastorno depresivo mayor
La ketamina representa un avance importante en el tratamiento de la depresión, ofreciendo un inicio de acción rápido, altas tasas de respuesta y un mecanismo de acción novedoso en comparación con los tratamientos antidepresivos tradicionales.
Sus principales efectos se deben al antagonismo del receptor N-metil-D-aspartato (NMDAR), aunque han cobrado fuerza las hipótesis sobre la importancia de su impacto en la señalización monoaminérgica, la señalización del BDNF, el agonismo del receptor opioide y la neuroinflamación. En comparación con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los antidepresivos tricíclicos (ATC), la ketamina demuestra una mayor eficacia, un inicio de acción significativamente más rápido y, en general, efectos secundarios más tolerables. Sin embargo, sus beneficios se ven contrarrestados por una duración mucho menor de los efectos antidepresivos y limitaciones de accesibilidad. En un ensayo comparativo, en comparación con la terapia electroconvulsiva (TEC), la ketamina mostró una eficacia similar en la depresión no psicótica, a la vez que proporcionó un alivio clínicamente significativo con mayor rapidez. Si bien la ketamina ofrece una eficacia similar a la TEC en la depresión no psicótica, con menos efectos secundarios cognitivos permanentes, se necesita más investigación para aclarar su seguridad a largo plazo y su uso óptimo en diferentes subtipos de depresión. La utilidad clínica de la ketamina se ve limitada por la corta duración de sus efectos antidepresivos y las dificultades de accesibilidad.
Clínicamente, se debe considerar el uso de ketamina en pacientes con depresión resistente al tratamiento, en particular en aquellos con tendencias suicidas, considerando su inicio rápido y la disponibilidad de datos de seguridad a largo plazo, aún incompletos.
Si bien el uso de la ketamina en el tratamiento de la depresión resistente es prometedor, se necesita más investigación para optimizar la pauta posológica de la ketamina, mejorar su accesibilidad y comprender mejor sus posibles inconvenientes, como la toxicidad vesical y el potencial adictivo. Además, estudiar los mecanismos que subyacen a la acción antidepresiva de la ketamina puede proporcionar una comprensión más profunda de la neurobiología de la depresión.


