¿Por qué el consumo de tabaco, alcohol y cannabis está relacionado con las enfermedades mentales?

15 de julio de 2024

Este artículo “Enfermedad mental y consumo de sustancias: los genes muestran una vía de doble sentido” publicado en Psyche explora la compleja relación bidireccional entre el uso de sustancias y las enfermedades mentales.

El artículo destaca que el uso de sustancias como el tabaco, el alcohol y el cannabis está comúnmente asociado con enfermedades mentales como la depresión y la ansiedad. Sin embargo, determinar la causa exacta de esta asociación es complicado. La investigación reciente sugiere que tanto las experiencias vitales que aumentan el riesgo de enfermedades mentales como el uso de sustancias pueden estar interrelacionadas.

Una de las hipótesis es que los síntomas de enfermedades mentales pueden llevar a un mayor uso de sustancias. Por ejemplo, alguien con depresión o ansiedad podría recurrir al alcohol o al cannabis para aliviar sus síntomas. Sin embargo, también es posible que el uso de sustancias psicoactivas pueda desencadenar enfermedades mentales. Este enfoque bidireccional es crucial para entender la relación entre ambos factores.

El artículo también menciona que los ensayos controlados aleatorios, que son el estándar para determinar la causalidad, no son éticamente viables en este contexto. En su lugar, los estudios de cohortes y los métodos de aleatorización mendeliana se utilizan para investigar estas relaciones. Estos métodos ayudan a identificar si ciertos genes están asociados tanto con el uso de sustancias como con las enfermedades mentales, lo que podría explicar su co-ocurrencia.

En resumen, la relación entre el uso de sustancias y las enfermedades mentales es compleja y bidireccional. Comprender esta relación puede mejorar la prevención y el tratamiento de ambas condiciones, proporcionando una visión más completa de cómo los factores genéticos y ambientales interactúan para influir en la salud mental y el comportamiento de uso de sustancias.

Por Alfredo Calcedo 23 de mayo de 2025
Las tasas de suicidio e intentos de suicidio están aumentando vertiginosamente entre los adolescentes de 10 a 14 años en Estados Unidos. Si bien los intentos de suicidio en este grupo de edad son más comunes y se asocian con una menor letalidad que en grupos de mayor edad, se sabe muy poco sobre las consecuencias sociales y psiquiátricas a largo plazo de estos individuos. Este estudio de cohorte examina los resultados sociales y psiquiátricos a largo plazo, en la edad adulta, de individuos que realizaron intentos de suicidio y que buscaron atención médica entre los 10 y 14 años de edad. Resultados: De 164 individuos, durante el período de seguimiento de hasta 36 años tras el primer intento, ningún individuo falleció por suicidio. El análisis de conglomerados mostró que la psicopatología crónica grave se concentró en el 20% de la muestra, mientras que el 80% restante mostró poca evidencia de deterioro a largo plazo.
Por Alfredo Calcedo 23 de mayo de 2025
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) es el órgano científico técnico especializado en prevención de riesgos laborales (PRL) de la Administración General del Estado y en esta noticia publicada en Europa Press alerta sobre el deterioro de la salud mental en el trabajo , en particular, en entornos laborales de máxima exigencia y sometidos a cambios profundos en la organización del trabajo. Entre los factores desencadenantes destacan la intensificación de las demandas, la urgencia en la respuesta, la dificultad para conciliar o la falta de reconocimiento del trabajo. Por ello, urge a administraciones y agentes sociales a alcanzar un compromiso compartido para que la prevención de riesgos psicosociales vaya acompañada de la implementación de medidas eficaces que garanticen los derechos y la calidad de vida en el trabajo. En relación con la prevención de riesgos laborales , el entorno laboral puede ser un generador de alivio o de sobrecarga. El estrés crónico, el burnout, la ansiedad o la depresión no surgen de la nada. Se alimentan de entornos laborales donde se exige mucho pero se escucha poco, donde los errores se castigan y los logros se dan por hecho, donde el miedo al “qué dirán” paraliza y donde no hay espacio para hablar de emociones.
Por Alfredo Calcedo 23 de mayo de 2025
La pedofilia es la atracción sexual hacia niños prepúberes y no es sinónimo de pederastia, que entraña la comisión de delitos sexuales; sin embargo, es usual que ambos fenómenos se confundan en referencias informales. La caracterización clínica de la pedofilia es debatida (puede interpretarse como trastorno parafílico, cronofilia o interés sexual atípico), pero su diagnóstico adquiere relevancia en la valoración de la imputabilidad de quien ha cometido un delito contra la libertad sexual de un menor de edad, pues se invoca para alegar una alteración de su capacidad. En este trabajo se analizan 29 sentencias españolas en las que tal diagnóstico conduce a estimar una atenuante o una eximente incompleta y se examinan los argumentos aducidos tanto cuando la pedofilia se diagnostica con otro trastorno como cuando concurre en exclusiva. En el primer grupo de casos, cuando la perturbación afecta también a la capacidad intelectiva, determina en ocasiones la apreciación de una eximente incompleta. En el segundo grupo de casos, algunas sentencias, pese a estimar que la capacidad cognitiva se conserva, identifican una perturbación de la capacidad volitiva y aprecian una atenuante analógica. En el trabajo se discute el acierto de estas resoluciones a la luz de la psicología clínica y se exponen propuestas para abordar la pedofilia en el ámbito jurisprudencial y pericial de modo congruente con un enfoque preventivo y no promotor del estigma.
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