Porqué Australia establece una edad mínima de 16 años para crear una cuenta en las redes sociales

3 de diciembre de 2024

El artículo discute la reciente decisión del gobierno australiano de establecer una edad mínima de 16 años para crear cuentas en redes sociales. Esta medida se toma en respuesta a preocupaciones crecientes sobre la salud mental y la seguridad de los adolescentes en internet. Se argumenta que las redes sociales pueden tener efectos negativos significativos en el bienestar psicológico de los jóvenes, incluyendo el aumento de la ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental. Además, la política busca proteger a los menores de la exposición a contenido inapropiado y de la explotación en línea.

Resumen del artículo

Australia está corrigiendo dos de los errores más importantes en la creación de la Internet global: la fijación de la “edad adulta en Internet” a los 13 años, combinada con la estipulación de que las empresas no tienen ninguna responsabilidad de verificar que alguien tenga realmente 13 años. Ambos errores se cometieron en una única ley bien intencionada aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en 1998: la Ley de Protección de la Privacidad Infantil en Internet, conocida como COPPA.

El congresista Ed Markey redactó el proyecto de ley motivado por el problema de que, en los primeros tiempos del comercio electrónico, las empresas tomaban datos de los niños sin el conocimiento o el consentimiento de sus padres. La cuestión que buscaba resolver era: ¿a qué edad un niño es lo suficientemente maduro para ser tratado como un adulto, capaz de firmar acuerdos de Condiciones de Servicio y entregar datos personales y familiares, sin el conocimiento o el permiso de sus padres? Markey propuso que los adolescentes no deberían tener que esperar hasta los 18 años para obtener tal condición; pensaba que 16 años podrían ser lo suficientemente mayores para tomar decisiones personales inteligentes.

Las empresas de comercio electrónico no estaban contentas con eso y presionaron fuertemente contra el proyecto de ley. En las negociaciones, se llegó a un compromiso de que la edad se reduciría a 13 años. La decisión no tenía nada que ver con el desarrollo del cerebro adolescente, la madurez o la seguridad; fue simplemente un compromiso político. No obstante, 13 años se convirtió en la edad de facto de la "adultez en Internet" para los Estados Unidos, lo que efectivamente lo convirtió en la edad de la adultez en Internet para el mundo.

Australia va a corregir esos errores y, al hacerlo, puede proporcionar un modelo para otros países

El Gobierno australiano ha presentado una ley en el parlamento para establecer una edad mínima de 16 años para que los jóvenes abran cuentas en plataformas de redes sociales.

La evidencia del daño de las redes sociales

Si bien el deterioro de la salud mental de los jóvenes ha sido un factor clave en la mente de los responsables políticos, también han surgido otros daños agudos y específicos que experimentan los australianos. En 2023, Mac Holdsworth, un adolescente de Melbourne que soñaba con convertirse en carpintero, fue objeto de un plan de sextorsión. Lo engañaron para que enviara una foto explícita de sí mismo y luego lo chantajearon a través de sus cuentas de Snapchat e Instagram. Se quitó la vida el 24 de octubre de 2023.

Un año después, el padre de Mac, Wayne Holdsworth, lanzó Unplug24, una iniciativa que convoca a un día nacional de silencio en las redes sociales el 24 de octubre de 2024, el aniversario de la muerte de su hijo.

Aumenta el apoyo público a una edad mínima para acceder a las redes sociales

Un creciente movimiento internacional está presionando para que se tomen medidas más contundentes para controlar a los gigantes de las redes sociales. Los padres no solo quieren mejores controles parentales. Quieren una edad mínima legislada para abrir cuentas en las redes sociales y convertirse en clientes de estas empresas.

Noticia comentada en BBC News

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El artículo presenta los hallazgos de un metaanálisis en red (CNMA) que compara la eficacia y aceptabilidad de diversas intervenciones para adultos con TDAH. El estudio analizó 113 ensayos clínicos aleatorizados que abarcan tratamientos farmacológicos, terapias psicológicas, neuroestimulación y condiciones de control. Los tratamientos farmacológicos demostraron ser eficaces para reducir los síntomas principales del TDAH, aunque no se evidenció una mejora clara en la calidad de vida. Las intervenciones no farmacológicas, terapias psicológicas e intervenciones neuroestimuladoras, fueron calificadas como eficaces por los médicos pero no por los pacientes. El metanálisis se centró en medir la severidad de los síntomas a las 12 semanas, así como la aceptabilidad del tratamiento (medida por la tasa de abandono). También se consideraron resultados secundarios como disfunción ejecutiva, desregulación emocional y calidad de vida a largo plazo. Un aspecto innovador del estudio fue la inclusión de personas con experiencia vivida de TDAH en el diseño y ejecución del análisis, lo que permitió formular preguntas más relevantes y seleccionar resultados significativos desde la perspectiva del paciente. En el resultado principal de los síntomas centrales del TDAH a las 12 semanas, la atomoxetina y los medicamentos estimulantes fueron significativamente superiores al placebo, tanto en la evaluación del médico como en el autoinforme del paciente. La terapia de relajación fue menos efectiva que el placebo en las escalas autoevaluadas. La terapia cognitivo-conductual, la rehabilitación cognitiva, la atención plena, la psicoeducación y la estimulación transcraneal con corriente continua fueron superiores al placebo en las evaluaciones del médico, pero no en las escalas autoevaluadas. El artículo destaca la necesidad de comprender mejor la eficacia comparativa y la seguridad de las intervenciones disponibles para adultos con TDAH. Aunque los medicamentos siguen siendo una herramienta clave, el estudio subraya la importancia de enfoques integradores que incluyan la voz de quienes viven con el trastorno.
Por Alfredo Calcedo 27 de junio de 2025
Artículo que denuncia el creciente problema del ejercicio ilegal de la medicina por personas sin la formación ni acreditación necesarias , y alerta sobre sus consecuencias para la salud pública. Describe algunos casos concretos sucedidos en Bilbao y las Palmas de Gran Canaria y el caso de la falsa doctora del hospital de Berga (Barcelona). Se hace hincapié en que el intrusismo no solo vulnera la legalidad, sino que pone en riesgo la salud de los pacientes, al carecer estos “profesionales” de conocimientos, ética y supervisión. Además, se alerta sobre la proliferación de anuncios engañosos en redes sociales y plataformas digitales, que ofrecen tratamientos médicos sin control alguno. Considera que las penas son insuficientes y poco proporcionadas para su gravedad y destaca el valor de la colegiación médica como garantía para la ciudadanía por su labor de vigilancia y denuncia, actividad que los colegios médicos han intensificado en los últimos años. El artículo también describe el perfil del médico intruso y señala el alto intrusismo en la medicina estética. Finalmente, la salud mental, que se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la sociedad, es otro ejemplo de intrusismo. El aumento gradual de los problemas psicológicos en los últimos años, sumado a las largas listas de espera y la escasez de psicólogos clínicos en la sanidad pública, ha propiciado la aparición de numerosas personas que ofrecen servicios de ayuda psicológica. Entre ellos se encuentran coaches, pseudoterapeutas y “falsos” psicólogos, que actúan principalmente en redes sociales sin contar con la titulación oficial en Psicología que los habilite para ello. Desde este colectivo profesional también se persigue el intrusismo profesional.
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