Psiquiatría infantil: especialistas y MESTOS

14 de noviembre de 2021

Análisis de las implicaciones del RD de creación de la especialidad de Psiquiatría infantil. Vuelta a la dinámica de especialistas y MESTOS

Seguramente los médicos más jóvenes son ajenos al concepto de MESTO, por lo que conviene aclararlo, y conocer su historia. En la década de los setenta se asentó definitivamente el sistema MIR como la única vía para acceder a las especialidades médicas. Sin embargo, esto provocó una situación conflictiva. El número de aspirantes superaba ampliamente al de plazas de formación ofertadas. Esto se debía a que en la Transición las facultades de Medicina admitieron un gran número de estudiantes, por lo que el número de egresados de las facultades era enorme. A principios de los ochenta se produjo el cierre de otra vía de acceso a la especialidad: las escuelas profesionales.


Durante muchos años las convocatorias MIR tuvieron un número de aspirantes muy superior al de plazas ofertadas. Esto se denominaba la bolsa de paro histórica de la profesión médica. A finales de los setenta se impuso el
numerus clausus y se limitó el acceso a las facultades y, progresivamente, se fue reduciendo esta bolsa de paro hasta su desaparición. Ya entrados en el presente siglo se produjo la situación contraria, en la que los egresados de las facultades de Medicina españolas no cubrían todas las plazas disponibles. Por ello, se permitió el acceso al examen MIR a ciudadanos extranjeros con el título homologado en España. Los ciudadanos de la Unión Europea también podían presentarse al MIR sin trabas por el principio de libre circulación de trabajadores.


Pero volvamos a la Psiquiatría. En los setenta y ochenta había muchas plazas de psiquiatra que no se podían cubrir, ya que los psiquiatras titulados no estaban interesados en trabajar allí. Los directores de estos centros fueron contratando a médicos que, sin tener el título de psiquiatras, podían ejercer sus funciones, pues tenían alguna experiencia en la especialidad, aunque no tuvieran una formación reglada. Surgió la figura del MESTO (Médico Especialista Sin Título Oficial). Algunos llegaron a tener plazas en propiedad mediante un concurso de méritos, con lo que conseguían estabilidad laboral.


A finales de 1992 hubo una crisis económica importante. Los psiquiatras recién egresados del MIR ya no encontraban puestos de trabajo tan fácilmente como antes. Entonces surge el conflicto con los MESTOS ya que los psiquiatras vía MIR empezaron a desplazar de sus trabajos a los MESTOS. Se vivieron situaciones complicadas ya que había MESTOS que llevaban muchos años de experiencia, pero sin un título de especialista, y los jóvenes psiquiatras los desplazaban. Muchos fueron al paro.


El Ministerio sacó alguna convocatoria para paliar este problema, y se permitió a algunos MESTOS hacer un examen y acreditar sus competencias. Existe una asociación de MESTOS, y en
su web se explica la problemática.


En la actualidad el fenómeno MESTO en Psiquiatría está volviendo. Existe un gran número de plazas de psiquiatra en ciudades pequeñas donde no se consigue contratar a un psiquiatra formado vía MIR. Por ello, se está contratando a médicos de otros países con un contrato de médico general, pero para ejercer las funciones de psiquiatra.


Hay que destacar que la normativa actual, y diferentes sentencias que la avalan, no define qué se puede hacer, o qué no, hacer dentro de cada especialidad. Tener un título implica que se han acreditado unas competencias clínicas, pero no implica que al no tener el título no se tengan las competencias. Existen innumerables ejemplos de esto.


Vamos ahora a la cuestión de la Psiquiatría infantil. Responsables del Ministerio de Sanidad han manifestado
públicamente que los psiquiatras titulados antes del Real Decreto podrán seguir atendiendo niños y adolescentes, si así lo desean, hasta que se jubilen. El problema está en si se va a reproducir la dinámica que hubo con los Mestos hace 30 años. Algo parecido también ocurrió con los psicólogos clínicos vía PIR que fueron desplazando de sus puestos a los que no tenían la especialidad.


Como ya hemos explicado hay un
colectivo importante de psiquiatras que, por la normativa establecida en el Real Decreto, se quedan fuera de los criterios para acceder al título. La mayoría son psiquiatras jóvenes, con vocación de trabajar en Psiquiatría infantil, y a los que en las unidades docentes donde realizaron el MIR no se les permitió rotar en los últimos doce meses en recursos de Psiquiatría infantil. Sin embargo, al terminar la especialidad han estado trabajando con población infanto - juvenil.


Según el Ministerio, y otras organizaciones, estos colegas pueden estar tranquilos ya que siempre podrán seguir viendo niños. Cabe entonces preguntarse ¿qué ocurrirá dentro de 7 - 8 años cuando terminen su formación las primeras promociones de médicos especialistas en Psiquiatría de la infancia y de las adolescencia? Previsiblemente, ocurrirá lo mismo que ocurrió con los MESTOS hace treinta años. Estos nuevos psiquiatras infantiles protestarán e intentarán desplazar a aquellos que no tienen el título de psiquiatras infantiles, si no tienen plaza en propiedad.


Por otro lado, estos MESTOS de la Psiquiatría infantil tampoco podrán concursar en las plazas convocadas ya que exigirán, como es lógico, el título de psiquiatra infantil.


Así pues, ¿qué incentivo les queda a estos psiquiatras, la mayoría interinos, para seguir en la Psiquiatría infantil, si no tienen posibilidad de progresar profesionalmente?, ¿estarán en riesgo permanente de que los desplacen los colegas que sí tengan el título de psiquiatra infantil?


La situación va a ser todavía más paradójica. Alguno de estos psiquiatras infantiles MESTOS van a tener que formar a los nuevos psiquiatras infantiles, como tutores de sus rotaciones. Cuando se convoquen a concurso oposición las plazas, que ocupan interinamente los psiquiatras infantiles mestos, éstos no podrán presentarse, y sí podrán hacerlo los que han sido sus discípulos. Por lo tanto, serán desplazados, sin poder evitarlo. Leyendo el Real Decreto de creación de la especialidad no hay salida a este problema.


Existe la creencia, más o menos generalizada, de que los miembros de la Comisión de la Especialidad de Psiquiatría infantil, conscientes de este problema, van a tener una interpretación flexible de los requisitos. Sin embargo, el criterio de tiempo trabajado es muy claro, y si no se cumple no se puede otorgar el título. Dar el título a quien no cumple el requisito temporal sería una clara ilegalidad. Lo mismo que los certificados de rotaciones de los últimos doce meses que emite la Comisión de Docencia del centro sanitario. Certificar que estuvo rotando en recursos de Psiquiatría infantil cuando no fue así también sería una ilegalidad, por parte de quien firma el documento acreditativo. 


El Ministerio de Sanidad tiene que dar una solución al problema de la especialidad de Psiquiatría infantil, y a muchos profesionales con una trayectoria incuestionable que van a ver mermadas sus aspiraciones profesionales.


Fe de errores (16-11-2021): en una versión anterior del artículo se afirmaba que los actuales residentes no podrán acceder al título de psiquiatra infantil. Esta afirmación es errónea pues, como nos ha señalado uno de nuestros lectores, el R.D. recoge una vía de acceso para este grupo. Otra cuestión es que la Unidad de Formación en la que el MIR realiza la residencia le permita rotar los 12 meses que exige el trayecto A.

Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Este artículo expone los hallazgos de una revisión científica sobre los efectos psiquiátricos del finasteride, un medicamento ampliamente utilizado para tratar la alopecia androgenética (AGA). La revisión, publicada en el Journal of Clinical Psychiatry , analiza ocho estudios clave realizados entre 2017 y 2023. Cuatro de ellos se centran en efectos secundarios reportados por pacientes, y los otros cuatro en grandes bases de datos de historiales médicos. Los resultados muestran que los usuarios de finasteride tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir depresión, ansiedad y pensamientos suicidas en comparación con quienes no lo usan. Finasteride, comercializado como Propecia o Proscar, actúa bloqueando la enzima 5α-reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), responsable de la miniaturización de los folículos capilares. Sin embargo, esta enzima también participa en la producción de neuroesteroides como la alopregnanolona, que ayudan a controlar el estado de ánimo. Al interferir en este proceso podría explicar sus efectos psiquiátricos. Los efectos adversos pueden persistir incluso después de suspender el tratamiento, y en algunos casos han sido tan graves que han derivado en suicidios. Aunque ya en 2002 se sospechaba de una relación con la depresión, la FDA no reconoció este efecto secundario hasta 2011, y no añadió la ideación suicida a la etiqueta del medicamento hasta 2022. Las cifras son preocupantes: en 2011 se reportaron 18 suicidios y en 2024, ascendieron a 320. El artículo también denuncia una grave falta de vigilancia farmacológica. Muchos médicos no asocian los síntomas psiquiátricos al medicamento, y las familias a menudo desconocen que sus seres queridos lo estaban tomando. Además, al tratarse de un fármaco cosmético, finasteride ha escapado a controles rigurosos que sí se aplican a medicamentos psiquiátricos. Dr. Brezis, autor del artículo, critica que ninguno de los estudios de seguridad fue promovido por Merck, fabricante original, ni exigido por los reguladores. Propone que se exija a los fabricantes realizar estudios post-comercialización y que se refuerce su cumplimiento. También cuestiona la eficacia a largo plazo del medicamento, señalando que muchos estudios son pequeños, financiados por la industria y sesgados. Finalmente, el artículo advierte sobre la facilidad con la que jóvenes pueden adquirir finasteride en línea sin receta ni supervisión médica, lo que agrava el problema.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Artículo publicado en El Médico Interactivo que analiza cómo distintos países están enfrentando la escasez de personal sanitario, un problema global que se ha intensificado tras la pandemia y que se prevé agravarse con un déficit de 10 millones de trabajadores de la salud para 2030, según la OMS. En Estados Unidos y Europa, se están explorando soluciones innovadoras. Un informe de Deloitte, basado en encuestas a ejecutivos sanitarios de seis países, revela que más del 70% prioriza mejorar la eficiencia operativa y la productividad. La transformación digital, especialmente la atención virtual, se presenta como una herramienta clave, aunque con riesgos si no se gestiona adecuadamente. Por ejemplo, las salas virtuales podrían aliviar la falta de camas, pero también generar nuevos costes y aumentar la presión sobre el personal. Otro aspecto es la mejora de los flujos de trabajo y la retención del personal. Se propone ampliar horarios de atención y flexibilizar turnos, pero esto requiere mejorar las condiciones laborales. La presión asistencial y el agotamiento están provocando renuncias masivas de los profesionales, como en EE.UU., donde se pasó de 400.000 a 600.000 renuncias mensuales entre 2020 y 2023. McKinsey sugiere que los sistemas de salud podrían crear sus propias entidades educativas o asociarse con instituciones de educación postsecundaria para formar profesionales en salud digital. Estas alianzas permitirían personalizar la formación según las necesidades del sistema sanitario, mejorar la calidad educativa y fortalecer la relación entre estudiantes y centros de salud. En resumen, el artículo destaca que la solución pasa por combinar tecnología, formación continuada, mejora de condiciones laborales y colaboración entre sistemas sanitarios y educativos. Aunque los modelos no son directamente extrapolables entre países, estas estrategias pueden inspirar a España en su búsqueda de soluciones ante la escasez médica.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Aunque el intento de suicidio es el mejor predictor de muerte por suicidio, pocas personas que lo intentan se suicidan (<10%). Aproximadamente la mitad de las muertes por suicidio ocurren sin evidencia previa de pensamientos o comportamientos suicidas. También, cerca del 50% de estas personas no tienen diagnósticos psiquiátricos previos, lo que sugiere que los factores tradicionales no explican completamente el riesgo. Este estudio analiza las diferencias genéticas entre personas que murieron por suicidio sin haber mostrado signos previos de suicidabilidad (SD-N) y aquellas que sí los mostraron (SD-S). El objetivo es entender si existen distintas predisposiciones genéticas en estos dos grupos, especialmente en relación con condiciones neuropsiquiátricas. Metodología Se analizaron datos de 2769 personas fallecidas por suicidio en Utah entre 1998 y 2022. Se dividieron en dos grupos: SD-N (sin suicidabilidad previa) y SD-S (con suicidabilidad previa). Se usaron polygenic scores (PGS), que son puntuaciones genéticas que indican la predisposición a ciertas condiciones neuropsiquiátricas. Se compararon los PGS de ambos grupos y también con un grupo de control de la población general. Principales hallazgos El grupo SD-N tenía menos carga genética asociada a trastornos como: Depresión mayor Ansiedad Afecto deprimido Neuroticismo Trastorno de estrés postraumático (TEPT) Enfermedad de Alzheimer En algunos casos, los PGS del grupo SD-N eran similares a los del grupo de control, lo que sugiere que no tenían una predisposición genética elevada a estos trastornos. El grupo SD-S sí mostraba mayores cargas genéticas para estas condiciones, lo que coincide con sus antecedentes clínicos. Implicaciones Estos resultados desafían la idea de que los trastornos psiquiátricos son el núcleo central del riesgo de suicidio. Indican que otras vías genéticas o factores no psiquiátricos podrían estar involucrados en las muertes por suicidio sin antecedentes de suicidabilidad. Esto abre nuevas líneas de investigación y prevención, especialmente para identificar personas en riesgo que no presentan síntomas evidentes.