¿Qué es el trastorno del desarrollo del lenguaje y cómo detectarlo?

30 de septiembre de 2025

El trastorno del desarrollo del lenguaje (TDL) es un trastorno del neurodesarrollo que dificulta el aprendizaje y el uso del lenguaje, sin que haya una causa evidente como pérdida auditiva, discapacidad intelectual o autismo. Puede afectar la comprensión, la expresión, o ambas.

Se estima que este trastorno afecta a entre un 7 y un 10 % de los niños en edad escolar. Sin embargo, muchas veces pasa desapercibido o se confunde con “inmadurez”, “vagancia” o incluso problemas de comportamiento. No es un simple retraso que se resuelva con el tiempo.

Es persistente y, si no se interviene, afecta al rendimiento escolar, las relaciones sociales y la autoestima.

Muchos niños se manejan bien en conversaciones cotidianas, pero se bloquean cuando el lenguaje se complica, como al leer un libro de texto, escuchar una explicación de ciencias o entender un chiste.

Señales de alerta según la edad

Cada niño con TDL presenta un perfil distinto, pero algunos signos son frecuentes:

  • En la edad preescolar: dificultad para seguir instrucciones, frases muy cortas, problemas para aprender canciones o para contar lo que ha pasado en el día.
  • En la edad escolar: dificultades para comprender textos, usar oraciones complejas, aprender vocabulario nuevo, errores gramaticales y de ortografía frecuentes, o problemas para escribir con coherencia.

El TDL puede confundirse con otras dificultades del neurodesarrollo, pero hay diferencias importantes:

  • No es dislexia. La dislexia se centra en las dificultades para aprender a leer y escribir, en especial en la decodificación de palabras y las habilidades fonológicas. Por ejemplo, una niña con dislexia puede confundir letras parecidas (b/d, p/q) o leer “casa” como “cata”, aunque luego tenga un vocabulario oral rico y frases bien estructuradas. En cambio, una niña con TDL puede leer correctamente “casa”, pero no comprender lo que significa la frase entera, además de tener un lenguaje oral más limitado y con errores gramaticales.
  • No es autismo. En el TDL las habilidades sociales y la intención comunicativa suelen estar preservadas, aunque el lenguaje sea limitado. Aunque en los primeros años ambas condiciones pueden parecer “niños que hablan tarde”, los estudios muestran que los niños con TDL suelen usar gestos, responder mejor al lenguaje y jugar de forma simbólica, mientras que en el autismo predominan mayores problemas de comprensión, de contacto social y conductas repetitivas.
  • No depende del cociente intelectual no verbal. En el pasado, solo se diagnosticaba TDL si la inteligencia no verbal del niño estaba dentro de la media, como forma de distinguirlo de una discapacidad intelectual general. Hoy sabemos que algunos niños con TDL puntúan algo más bajo en estas pruebas, pero eso no significa que tengan un retraso global. Por eso, los especialistas ya no usan la discrepancia entre capacidad verbal y no verbal como criterio diagnóstico.

La intervención temprana es fundamental porque el lenguaje es la base de la lectura, la escritura y el aprendizaje escolar. 

Por Alfredo Calcedo 14 de noviembre de 2025
Este estudio publicado en Nature Communications investigó si la pandemia de COVID-19 aceleró el envejecimiento del cerebro, incluso en personas que no se infectaron. Para ello, los investigadores analizaron imágenes cerebrales de casi mil personas antes y después de la pandemia, comparándolas con un grupo que tuvo dos estudios antes de la pandemia. ¿Qué encontraron? El cerebro de quienes vivieron la pandemia envejeció más rápido: como si hubieran sumado unos 5 meses extra de edad cerebral. Este cambio ocurrió aunque no hubieran tenido COVID-19, lo que indica que factores como el estrés, el aislamiento y los cambios en la vida diaria influyeron. El envejecimiento cerebral acelerado fue más pronunciado en varones y personas de entornos sociodemográficos más desfavorecidos y estas diferencias se presentaron independientemente de la infección por SARS-CoV-2. En quienes sí tuvieron covid19 (infección por SARS-CoV-2), además del envejecimiento acelerado, se observó más relación con problemas cognitivos. Implicaciones: La pandemia tuvo un impacto sustancial en la salud cerebral global, más allá de la infección directa. No solo afectó la salud física, también dejó huella en el cerebro. Se requiere atención a desigualdades sociales y estrategias para mitigar el impacto neurocognitivo, psicológico y social en futuras crisis. No está claro si esta aceleración es reversible, lo que plantea retos para la salud pública y la investigación sobre envejecimiento cerebral. Comentado en El Médico Interactivo.
Por Alfredo Calcedo 14 de noviembre de 2025
La hipersensibilidad del receptor D1 podría ser un mecanismo para las conductas repetitivas y compulsivas asociadas con el síndrome de Tourette. Ecopipam es un medicamento potencialmente de primera clase que bloquea la acción del neurotransmisor dopamina en el receptor D1. En un ensayo de fase 3 con más de 100 pacientes, el subgrupo pediátrico que recibió ecopipam presentó una reducción del 50 % en el riesgo de recaída en niños con síndrome de Tourette, en comparación con quienes recibieron placebo. Ecopipam resultó seguro y eficaz para mejorar los síntomas del síndrome de Tourette en niños, adolescentes y adultos, según esta nueva investigación.
Por Alfredo Calcedo 14 de noviembre de 2025
Este número monográfico (noviembre 2024), en abierto, de la revista The American Journal of Psychatry se centra en la comprensión de los trastornos por consumo de sustancias (TCS), con temas relevantes para el impacto de los criterios del DSM-5 en el diagnóstico de los TCS, las disparidades raciales en el tratamiento, las estrategias de prevención de daños, los circuitos neuronales y la genética. Comienza con una revisión de los circuitos neuronales asociados a los TCS, que destaca cómo el tratamiento afecta la función de estos circuitos. Esta revisión se complementa con dos estudios que abordan cuestiones relevantes para los determinantes sociales de la salud, la prestación de servicios sanitarios y el tratamiento. El primero caracteriza las disparidades raciales en el tratamiento del trastorno por consumo de alcohol; el segundo evalúa el impacto de la reducción del consumo de cannabis en los resultados funcionales. Dos artículos se centran en los circuitos neuronales y los genes. El primero utiliza métodos novedosos para obtener imágenes de la neuromelanina del mesencéfalo como indicador de dopamina; el segundo presenta datos de estudios de asociación del genoma completo (GWAS) analizados para comprender la genética de numerosos comportamientos asociados al consumo de alcohol. Finalmente, este número concluye con una carta de datos prioritarios que evalúa el impacto del cambio de criterios, del DSM-IV al DSM-5, en el diagnóstico y la prevalencia de los TCS.