Consumo de cannabis en personas mayores

30 de junio de 2025

El consumo de cannabis ha ido aumentando en los EE. UU., pero se sabe poco sobre los patrones de consumo (formas, frecuencia y razones) y los factores asociados con el consumo de cannabis en veteranos mayores (≥65 años).

En este estudio transversal se investiga la prevalencia y las correlaciones del consumo de cannabis y el trastorno por consumo de cannabis (CUD) entre personas mayores de 65 años.

Resultados

De los 4503 participantes (85,4% hombres y edad media de 73,3 años), el 58,2% había consumido alguna vez cannabis, el 28,9% de los cuales informó consumir cannabis por razones médicas, más comúnmente para el dolor (56,4%), el estado de ánimo o la salud mental (18,4%) y el sueño (16,0%). Más de 1 de cada 10 personas reportaron haber consumido cannabis en los últimos 30 días (10,3 %) y el 52,4 %) de estas personas consumieron cannabis durante 20 días o más; fumar (72,4 %) y consumir comestibles (36,9 %) fueron las formas de consumo más comunes. Las características asociadas con el consumo en los últimos 30 días incluyeron una edad más joven (65-75 años), dificultades económicas, consumo de tabaco y drogas ilegales, y residir en un estado donde el cannabis es legal para uso recreativo. Entre quienes habían consumido cannabis en los últimos 30 días, el 36,3 % dio positivo en la prueba de cribado de trastorno por uso de cannabis (TUC), con mayor probabilidad entre los encuestados más jóvenes, quienes reportaron ansiedad, quienes presentaban uno o más déficits en las actividades de la vida diaria, quienes consumían drogas ilegales, quienes consumían cannabis frecuentemente y quienes consumían cannabis recreativamente. El consumo de cannabis inhalado en los últimos 30 días, en comparación con el consumo exclusivo de comestibles, se asoció con una mayor probabilidad de cualquier TUC.

Conclusiones. En este estudio transversal sobre el consumo de cannabis en veteranos mayores, el consumo fue frecuente y más de un tercio de quienes lo consumieron en los últimos 30 días presentaron algún trastorno por consumo de cannabis. La prevalencia del consumo de cannabis en los últimos 30 días fue similar a la del consumo de tabaco, y los factores de riesgo para el consumo de cannabis fueron similares a los observados en otras poblaciones. El consumo frecuente e inhalado de cannabis se asoció con una mayor probabilidad de cualquier trastorno por consumo de cannabis. Es necesario realizar pruebas de detección rutinarias del consumo de cannabis en los entornos clínicos de la Administración de Salud de Veteranos para identificar a los adultos mayores con consumo de cannabis.

Por Alfredo Calcedo 13 de noviembre de 2025
El artículo analiza la relación entre salud mental y contacto con la naturaleza . A partir de los datos de la cohorte CONSTANCES, un equipo francés ha medido el impacto de la presencia de vegetación en un radio de 300 metros alrededor del lugar de residencia. Resultados: Este impacto varía en función del nivel de urbanización. La exposición a un entorno más verde se asocia con menos síntomas depresivos en las zonas periurbanas y menos estrés psicológico en las zonas urbanas y periurbanas. Este efecto protector no se observa en las zonas rurales. Dada la prevalencia de los trastornos mentales, los autores recomiendan mantener e incluso aumentar la vegetación en los entornos urbanos
Por Alfredo Calcedo 13 de noviembre de 2025
El artículo publicado en The Conversation, analiza las consecuencias psicológicas de las inundaciones repentinas, tomando como referencia la DANA que afectó gravemente a la costa mediterránea española en octubre de 2024 . A partir de una revisión sistemática de más de 800 estudios científicos, se concluye que las inundaciones tienen un impacto significativo y duradero en la salud mental de los afectados, con trastornos como el estrés postraumático (TEPT), la ansiedad y la depresión como los más prevalentes. Estos efectos pueden persistir al menos tres años, y aunque tienden a disminuir con el tiempo, en algunos casos se cronifican. Los datos muestran que las personas que sufrieron directamente la inundación presentan tasas mucho más altas de TEPT (36,2 % frente al 7,9 % en no afectados), ansiedad (28,3 % frente al 6,5 %) y depresión (20,1 % frente al 5,8 %). Además, ciertos grupos son más vulnerables: mujeres, niños, adolescentes, personas con bajo nivel socioeconómico o educativo, desempleados y quienes ya tenían problemas de salud mental. También se destaca el papel de los factores estresantes secundarios, como los daños materiales, problemas con seguros, interrupciones en la vida cotidiana y pérdida de servicios, que agravan el impacto psicológico si no se gestionan rápidamente. Para mitigar estos efectos, el artículo propone varias medidas: Mejor coordinación interinstitucional entre organismos de prevención, respuesta, seguros y servicios sociosanitarios. Preparación adecuada ante futuras inundaciones, que puede reducir el TEPT. Incluir expertos en salud mental en los comités de emergencia. Dotar de recursos suficientes a los servicios de salud mental, con atención escalonada e integrada. Vigilancia epidemiológica que incluya trastornos mentales. Intervenciones sostenidas a medio y largo plazo, adaptadas al contexto. En resumen, el artículo subraya la necesidad de una respuesta integral y sostenida para abordar no solo los daños físicos, sino también la profunda huella emocional que dejan las inundaciones en las comunidades afectadas.
Por Alfredo Calcedo 13 de noviembre de 2025
Este estudio investiga el valor del tau total en líquido cefalorraquídeo (CSF t-tau) como biomarcador de degeneración sináptica en lugar de degeneración neuronal en la enfermedad de Alzheimer (EA). Tradicionalmente, el CSF t-tau ha sido considerado un marcador de daño neuronal, junto con la atrofia cerebral y la proteína de cadena ligera de neurofilamentos (NfL). Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que el CSF t-tau podría estar más estrechamente relacionado con la disfunción sináptica. Los autores analizaron datos de dos cohortes independientes (ADNI y WRAP), incluyendo 1692 participantes divididos en cognitivamente no afectados (CU) y afectados (CI). Se compararon las asociaciones entre CSF t-tau y biomarcadores de degeneración sináptica (neurogranin [Ng] y SNAP25) frente a los de degeneración neuronal (volumen hipocampal [HCV] y NfL). Los resultados mostraron que: El CSF t-tau se correlaciona más fuertemente con los biomarcadores sinápticos que con los de neurodegeneración, tanto en participantes cognitivamente no afectados (CU) como afectados (CI). Los biomarcadores sinápticos explican una mayor proporción de la variabilidad en los niveles de CSF t-tau (hasta el 95.7% en CU y 89.9% en CI). Individuos con alteraciones solo en biomarcadores sinápticos presentan niveles elevados de CSF t-tau, mientras que aquellos con alteraciones solo en biomarcadores de neurodegeneración no muestran este aumento. Además, se observó que el CSF t-tau está más relacionado con la actividad sináptica que con la pérdida neuronal, lo que sugiere que podría ser un marcador más sensible para detectar cambios tempranos en la EA. Este hallazgo tiene implicaciones importantes para el diseño de modelos de progresión de la enfermedad y para la selección de participantes en ensayos clínicos. El estudio también destaca que la tau tiene funciones fisiológicas en la plasticidad sináptica, y que su acumulación patológica puede alterar la transmisión sináptica antes de que ocurra una pérdida neuronal significativa. Por tanto, el CSF t-tau podría servir como un indicador temprano de disfunción sináptica, complementando otros biomarcadores en el diagnóstico y seguimiento de la EA.