“¿Debería considerarse el aburrimiento de los pacientes ingresados en unidades psiquiátricas como un daño iatrogénico?”
7 de marzo de 2024
Este artículo publicado en la Revista de Ética de la Asociación Médica Estadounidense explora las dimensiones éticas del aburrimiento que experimentan los pacientes durante su estancia en unidades psiquiátricas. Resumen:
- Contexto: Los pacientes a menudo informan sentirse aburridos durante su hospitalización en psiquiatría. El aburrimiento puede exacerbar las vulnerabilidades y condiciones de los pacientes, lo que plantea preguntas éticas sobre el diseño de las unidades de pacientes internados que limitan la autonomía de los pacientes o su acceso a actividades e interacciones con otros.
- Caso de estudio: La paciente NM es una adulta hospitalizada por depresión y pensamientos suicidas. Ella encuentra los días en el hospital largos y tediosos. Asiste a todos los grupos ofrecidos, a veces solo uno al día los fines de semana. Ve televisión, camina y expresa su necesidad de programación más estimulante para sanar. Durante la planificación de su alta, menciona a su psiquiatra, el Dr. Z, que se sentiría mucho mejor si pudiera ser más activa en casa.
- Aburrimiento como daño: El aburrimiento puede afectar negativamente la salud mental y el bienestar de los pacientes. Se plantea la pregunta de si el aburrimiento debería considerarse un daño iatrogénico. El aburrimiento puede dificultar la recuperación y afectar la calidad de vida de los pacientes.
- Beneficios y riesgos: Aunque el aburrimiento puede ser perjudicial, también hay beneficios en la hospitalización. Si la reducción del bienestar psicológico inducida por el aburrimiento supera los beneficios de la hospitalización, entonces el aburrimiento no sería un daño justificable.
En resumen, el artículo examina cómo el aburrimiento afecta a los pacientes en unidades psiquiátricas y considera si debería considerarse un daño iatrogénico en el proceso de planificación del alta.

Nueva guía británica (NHS) sobre mejores prácticas para la evaluación, formulación y gestión de la seguridad de las personas con riesgo suicida . Esta guía promueve un cambio hacia un enfoque más holístico y centrado en la persona, en lugar de basarse en la predicción del riesgo, la cual es poco fiable debido a la rapidez con la que los pensamientos suicidas pueden cambiar. En su lugar, recomienda utilizar un método basado en la comprensión de la situación de cada persona y la gestión de su seguridad.

Artículo publicado en Psychiatric Times acerca de la práctica en psiquiatría , que a pesar de ser una disciplina pragmática que busca aliviar el sufrimiento de los pacientes con diversas herramientas, a menudo se ve obstaculizada por la rigidez de sus modelos teóricos y el tribalismo entre diferentes enfoques (psicoanalítico, farmacológico, etc.). Esta división puede llevar a la aplicación inflexible de etiquetas diagnósticas y tratamientos, ignorando la complejidad individual de cada paciente. El autor ilustra este punto con tres historias conmovedoras: Ray Osheroff: Un nefrólogo con depresión que fue mal diagnosticado y tratado exclusivamente con terapia psicoanalítica en Chestnut Lodge, lo que empeoró su condición hasta que fue trasladado y tratado con antidepresivos, revelando la arrogancia de un enfoque único. Susannah Cahalan: Una joven con una rara enfermedad autoinmune que causó psicosis, inicialmente diagnosticada erróneamente con problemas psiquiátricos y tratada con antipsicóticos, hasta que un neurólogo investigó más a fondo, exponiendo los peligros del reduccionismo psiquiátrico. Laura Delano: Una joven que fue diagnosticada con múltiples trastornos psiquiátricos y medicada durante 14 años desde la adolescencia, hasta que decidió dejar la medicación y recuperó una vida plena, cuestionando la tendencia a la patologización excesiva. Los autores concluyen que estas historias son lecciones de humildad para la psiquiatría. En lugar de defender rígidamente un solo paradigma, los profesionales deben adoptar un enfoque más flexible, pragmático y escéptico, combinando diferentes herramientas terapéuticas según las necesidades del paciente y reconociendo las limitaciones del campo ante la complejidad del sufrimiento humano. La clave está en la adaptabilidad y la capacidad de cuestionar las propias creencias para evitar el exceso de confianza que puede eclipsar la realidad con el paciente.
Artículo de opinión publicado en Redacción Médica sobre las dificultades para distinguir los límites que separan lo normal y lo patológico en salud mental. Destaca la difusa frontera entre lo normal y lo patológico, agravada por la subjetividad inherente a la condición humana y la relevancia de la psique en las relaciones interpersonales. A esto se suma una intolerancia cultural hacia la incomodidad, que fomenta la medicalización de experiencias humanas normales, como el duelo, la inseguridad laboral o la irritación ante problemas sociales, llevando a un consumo excesivo de psicofármacos. Los autores critican un abordaje superficial de estos problemas en el sistema sanitario, centrado en tratar síntomas y no en las causas profundas, lo que contribuye a la iatrogenia y al abuso de medicamentos. Destacan que la reciente aprobación de un nuevo plan de salud mental por el consejo interterritorial busca, entre otros objetivos, reducir este abuso promoviendo un enfoque comunitario. El plan incluye el refuerzo de recursos humanos en salud mental y la incorporación de psicólogos y acceso a psicoterapia. Sin embargo, advierte que una implementación acrítica podría aumentar la "psicologización" inadecuada. Sugiere que sería más efectivo permitir a los profesionales de atención primaria consultar a psicólogos en lugar de derivar directamente a los pacientes. Aunque se valora el énfasis del plan en alternativas a la institucionalización, los autores critican su falta de atención a la medicalización en salud mental y señala que propuestas como la "prescripción social" no abordan las causas reales de la demanda. Proponen, en cambio, un enfoque genuinamente comunitario, que promueva políticas públicas saludables en educación, trabajo, vivienda y ocio, implicando sectores más allá del sanitario para abordar las fuentes de malestar y desigualdad. Finalmente, el texto aboga por estrategias intersectoriales como las sugeridas por la OMS en su iniciativa "Salud en todas las políticas" y podría ser un paso positivo si fomenta la prevención de la medicalización inadecuada y fortalece la atención primaria y comunitaria para promover la salud colectiva en colaboración con otros sectores sociales.