Discurso público sobre salud mental: una mirada crítica

8 de mayo de 2024

Editorial de Journal of Psychiatry & Neuroscience sobre el interés público que la salud mental está recibiendo en los últimos años que si bien es oportuno y generalmente positivo, es incompleto.

Aunque os aconsejo una lectura tranquila y pausada del artículo completo, os dejo las conclusiones (para los que vais escasos de tiempo, que supongo somos la mayoría).

La salud mental ha recibido un interés público muy necesario en los últimos años. El discurso público sobre la salud mental es vital, pero debe basarse en la mejor evidencia disponible y evitar un enfoque dramático impulsado por los medios de comunicación. En cambio, la atención debería centrarse en determinar qué se requiere para promover y mantener una buena salud mental en la población general (también como estrategia para reducir el riesgo de enfermedades mentales) y en dirigir nuestros esfuerzos sistémicos de prestación de servicios hacia mejorar el acceso y la calidad de atención para aquellos con trastornos mentales establecidos, identificables o emergentes.

El debate público debería examinar explícitamente los malos resultados logrados en la actualidad para las personas con enfermedad mental grave y sus necesidades sociales, de vivienda, económicas y personales. Las personas que viven con enfermedad mental grave han sido excluidas repetidamente de cada nuevo movimiento de salud mental, desde la Higiene Mental hace un siglo hasta las revoluciones psicoanalíticas y, más recientemente, biológicas. Ninguno ha abordado sus necesidades reales: tratamientos seguros, humanos y adecuados; alojamiento; empleo; e inclusión social. Es probable que un discurso público mejor informado y basado en evidencia, dirigido por profesionales de la salud mental en colaboración con otras instituciones, conduzca a una respuesta más apropiada por parte de los responsables de las políticas públicas y de los financiadores. Este discurso puede conducir a una mejora en los recursos que se asignan a la gestión de las enfermedades mentales, así como a la promoción de una buena salud mental a nivel de la población.

Por Alfredo Calcedo 19 de junio de 2025
Editorial de la revista Psiquiatría de Australasia que evalúa la práctica de utilizar la ideación suicida reportada (IS) como un predictor importante del suicidio y como un indicador principal para decidir la elegibilidad y la prioridad del acceso a los servicios de salud mental. El artículo argumenta que la ideación suicida, tradicionalmente considerada el predictor más importante del suicidio consumado, debería ser reevaluada en su papel como único o principal factor de riesgo. Los autores postulan que, si bien la ideación suicida es un elemento crucial en la evaluación del riesgo, su presencia por sí sola no es suficiente para predecir con precisión quién intentará o morirá por suicidio. Esta afirmación se basa en la observación de que un gran porcentaje de personas que informan ideación suicida nunca llegan a un intento, y, por otro lado, algunas personas que intentan o mueren por suicidio no reportan ideación previamente. La reticencia a minimizar el valor predictivo de las ideas suicidas se debe a diversas motivaciones comprensibles. En primer lugar, la ideación suicida tiene una importancia histórica, ya que se considera un predictor de riesgo en la mayoría de los libros de texto y guías clásicas. En segundo lugar, no es fácil, especialmente al tratarse de un resultado devastador, como el suicidio consumado, ignorar un síntoma con una validez aparente tan sólida, incluso cuando, contrariamente a la intuición, su validez predictiva es prácticamente nula. Finalmente, una guía puede fácilmente pecar de cautelosa y recomendar una determinada evaluación, especialmente cuando se considera un proceso sin inconvenientes. Sin embargo, este enfoque bien intencionado tiene sus inconvenientes; por lo tanto, las guías sociales y las autoridades sanitarias podrían tener que reconsiderar su postura. Se necesitan más estudios para determinar el mejor modelo de triaje para los servicios de salud mental en diferentes puntos de acceso y en diferentes entornos, y para determinar si la evaluación del riesgo de suicidio sigue siendo una iniciativa que merece la pena a nivel clínico individual.
Por Alfredo Calcedo 19 de junio de 2025
Las personas con esquizofrenia presentan una reducción de 16 a 20 años en su esperanza de vida, principalmente debido a la enfermedad cardiometabólica. La clozapina, el antipsicótico más eficaz para la esquizofrenia resistente al tratamiento, se asocia con aumento de peso y disfunción metabólica. Los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón-1, incluida la semaglutida, contribuyen a una pérdida de peso sustancial en la población general, pero se desconoce su efecto y perfil de seguridad en personas con esquizofrenia. Este estudio evalúa la eficacia y la seguridad de la semaglutida para la reducción de peso en personas con esquizofrenia a quienes se les prescribió clozapina. Resultados: La semaglutida produjo una pérdida de peso significativamente mayor que el placebo en este pequeño ensayo de 31 pacientes (15 en el grupo semaglutida y 16 en el grupo control), sin afectar los síntomas psicóticos ni las concentraciones de clozapina. La semaglutida parece ser segura y bien tolerada en esta población. Estos hallazgos alentadores resaltan la necesidad de realizar ensayos confirmatorios más amplios. Este estudio fue financiado por una beca de investigación y no fue financiado por la industria farmacéutica Comentado en Medicalxpress “Las personas con esquizofrenia necesitan urgentemente acceso a tratamientos eficaces contra la obesidad, como la semaglutida", afirmó el profesor Siskind (coautor del trabajo publicado)
Por Alfredo Calcedo 19 de junio de 2025
Artículo que recuerda la i mportancia de generar esperanza en la terapia ya que mejora la resiliencia y empodera a los pacientes para superar los desafíos de salud mental y alcanzar sus objetivos. Conclusiones clave La esperanza es vital en la terapia, ya que mejora la resiliencia y el compromiso del paciente, particularmente en la terapia cognitivo-conductual (TCC). Los objetivos orientados a la recuperación en la TCC se centran en alinear la vida de los pacientes con sus valores, fomentando el empoderamiento y el bienestar. Las investigaciones muestran que la esperanza mejora los resultados en las condiciones de salud mental, actuando como un mecanismo transdiagnóstico de cambio. Los médicos pueden generar esperanza explorando los valores de los pacientes, estableciendo objetivos manejables y normalizando sus luchas.
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