El vínculo entre personas y perros puede reducir niveles de cortisol y aumentar la oxitocina
El artículo explora cómo el vínculo entre las personas y los perros va más allá de lo emocional, llegando a producir efectos medibles en el organismo. Cuando alguien acaricia, juega o simplemente comparte tiempo con un perro, se desencadena una respuesta neuroquímica que reduce el cortisol, la hormona asociada al estrés, y aumenta la oxitocina, conocida por su papel en el apego y la sensación de bienestar. Esta interacción no solo beneficia al ser humano, sino también al animal, reforzando una relación de confianza y afecto mutuo.
La evidencia científica respalda estas afirmaciones: estudios han demostrado que el contacto con perros puede disminuir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo, lo que convierte a estas interacciones en una herramienta valiosa dentro de la terapia asistida con animales. Aunque el artículo no aporta cifras concretas ni protocolos específicos, sí subraya la importancia de incorporar a los perros en entornos clínicos y terapéuticos, especialmente para personas que enfrentan estrés crónico o trastornos emocionales.
El texto transmite una idea clara: el vínculo humano-animal no es solo una cuestión afectiva, sino un recurso que puede mejorar la salud mental y emocional. En definitiva, acariciar a un perro no es un gesto trivial; es una acción que activa mecanismos biológicos capaces de aliviar tensiones y fomentar el bienestar, lo que abre la puerta a nuevas estrategias en el cuidado integral de la persona.





