La medicalización del suicidio
Artículo de opinión de los doctores Segura y Martín Zurro. En su reflexión exploran cómo el impulso a medicalizar comportamientos humanos que podrían no ser patológicos, como el suicidio, puede ser tan problemático como ignorarlos.
Un resumen:
La medicalización suele criticarse por intervenir en procesos considerados naturales, bajo la idea errónea de que lo natural no puede ser perjudicial. Sin embargo, fenómenos como el parto, aunque naturales, pueden implicar riesgos médicos. Además, intervenciones para mejorar rendimiento o funcionalidad, sin ser patológicas, también se practican, aunque ninguna acción sanitaria es completamente inocua: todas conllevan posibles efectos adversos. Por ello, si los beneficios no superan los riesgos, lo prudente es no intervenir, tanto en problemas patológicos como en situaciones no patológicas.
Este dilema se refleja en el suicidio, que no siempre responde a una enfermedad mental. Puede ser una decisión racional ante sufrimiento extremo, enfermedad terminal o circunstancias adversas, sin implicar necesariamente patología psiquiátrica. No obstante, muchos suicidios sí tienen origen psiquiátrico y requieren atención clínica preventiva o terapéutica. Incluso los que no se vinculan a enfermedad son un problema de salud pública, pues la salud no se limita a ausencia de enfermedad.
Aunque el suicidio genera rechazo por considerarse antinatural, algunas decisiones son respetables, lo que plantea límites a la intervención sanitaria. De hecho, la eutanasia y el suicidio asistido están regulados en varios países. En otros casos, el apoyo psicológico puede aliviar el malestar, aunque las causas sociales subyacentes exceden el ámbito asistencial.





