Patrón de uso del móvil (activo/pasivo) durante la noche y riesgo suicida
El estudio, publicado en JAMA Network Open, explora cómo los patrones de uso del smartphone durante la noche pueden anticipar el riesgo de ideación suicida al día siguiente. La investigación parte de una pregunta clave: ¿es el tipo de interacción con el dispositivo —pasiva o activa— más relevante que la cantidad total de tiempo frente a la pantalla?
Para responder, los autores reclutaron a 79 adultos con historial reciente de ideación o conductas suicidas. Durante 28 días, se recogieron datos de alta resolución mediante capturas de pantalla cada cinco segundos, acumulando más de 7,5 millones de imágenes. Paralelamente, los participantes completaron seis encuestas diarias que evaluaban ideación pasiva, activa y planificación suicida. El análisis se centró en tres indicadores: el intervalo más largo sin uso entre las 20:00 y las 10:00, el uso dentro de las ventanas de sueño autorreportadas y la actividad por hora en tres franjas críticas: tarde (23:00–1:00), medianoche (1:00–5:00) y madrugada (5:00–8:00). Además, se distinguió entre uso pasivo (consumo de contenido) y activo (interacción mediante teclado), empleando un modelo de visión artificial para detectar escritura.
Los hallazgos son reveladores. El uso pasivo entre las 23:00 y la 1:00 se asoció con mayor probabilidad de ideación suicida y planificación al día siguiente. En contraste, el uso activo entre la 1:00 y las 5:00 mostró un efecto protector, sugiriendo que actividades como mensajería pueden funcionar como estrategias de afrontamiento o conexión social. Otro resultado importante fue que los intervalos prolongados sin uso —especialmente de 7 a 9 horas— se vincularon con menor riesgo, mientras que las pausas más cortas (4 a 7 horas) se asociaron con mayor vulnerabilidad. Estas asociaciones se mantuvieron incluso controlando por el tiempo total de pantalla, lo que indica que el momento y la naturaleza del uso son más determinantes que la cantidad.
El estudio plantea interpretaciones interesantes: el consumo pasivo nocturno podría intensificar emociones negativas o exponer a contenido sensible, mientras que la interacción activa podría ofrecer soporte social. Sin embargo, los autores advierten que la relación puede ser bidireccional: la ideación suicida también podría impulsar ciertos patrones de uso. Entre las fortalezas destacan la granularidad de los datos y la diferenciación entre tipos de uso; entre las limitaciones, el tamaño reducido de la muestra y la falta de registro previo del protocolo.
En conclusión, los resultados sugieren que los patrones específicos de uso nocturno del smartphone pueden actuar como biomarcadores digitales del riesgo suicida inminente. Esto abre la puerta a intervenciones “just-in-time” que no se basen en reducir el tiempo total de pantalla, sino en identificar momentos críticos y estilos de interacción. La investigación aporta una perspectiva innovadora para la prevención del suicidio en la era digital, donde la tecnología puede convertirse tanto en un riesgo como en una herramienta protectora.




