Posible nuevo tratamiento para los trastornos de conducta asociados a la fase REM del sueño
20 de julio de 2023
Según los resultados de un nuevo estudio, los antagonistas duales de los receptores de orexina (DORAs por sus siglas en inglés), una clase de medicamentos aprobados para tratar el insomnio, también pueden ser efectivos para los trastornos de conducta asociados a la fase REM del sueño.
Comentado en
Medscape.

El consumo de cannabis se relaciona con el incumplimiento terapéutico y las recaídas en los trastornos psicóticos. Los antipsicóticos son eficaces para la prevención de recaídas en las psicosis primarias, pero su eficacia después de la psicosis inducida por cannabis (PIC) sigue siendo incierta. El artículo examina la eficacia de la medicación antipsicótica para la prevención de recaídas después del primer episodio de psicosis inducida por cannabis (CIP) diagnosticado clínicamente. Resultados: Se obtiene una cohorte retrospectiva de 1772 pacientes a partir de registros nacionales suecos. La edad media en el momento del primer diagnóstico fue de 26,6 años y el 84,1% eran hombres. El 75,8 % de los pacientes utilizaron antipsicóticos y el 51,3% fueron hospitalizados por psicosis durante el seguimiento El uso de cualquier antipsicótico se asoció con una disminución del riesgo de hospitalización por psicosis. Los antipsicóticos, especialmente los inyectables de acción prolongada (LAIs), clozapina y aripiprazol oral, se asociaron con una reducción significativa del riesgo de recaída tras un episodio de PIC. Los autores sugieren que los médicos deberían considerar el uso de más LAI para mejorar los resultados del tratamiento en estos pacientes.

El artículo examina de forma retrospectiva la prevalencia de simulación en un entorno de psiquiatría forense, tras el análisis 1.300 sujetos evaluados en Lexington, Kentucky. La simulación se define como la falsificación o exageración intencional de síntomas con el propósito de obtener beneficios secundarios. Su prevalencia varía significativamente en distintos contextos médico-legales, lo que subraya la necesidad de identificar factores adicionales para su diagnóstico. Los resultados del estudio indican que las probabilidades de simulación fueron aproximadamente el doble en individuos con menor educación universitaria, aquellos remitidos por la parte contraria en un litigio y quienes cumplían criterios para tres o más diagnósticos psiquiátricos según el DSM-5. Además, los casos relacionados con compensación laboral y lesiones en la cabeza mostraron una mayor tendencia al simulación en comparación con otros tipos de evaluaciones. El estudio también encontró diferencias significativas en función del género, con una mayor prevalencia de simulación en hombres, en comparación con mujeres, mientras que no se observaron diferencias significativas en función de la raza . El artículo destaca la importancia de que los profesionales forenses sean especialmente cuidadosos al evaluar la posible falsificación o exageración de síntomas. El DSM-5-TR sugiere considerar el simulación cuando hay una discrepancia marcada entre los síntomas reportados y los hallazgos objetivos, cuando el individuo presenta trastorno de personalidad antisocial, o cuando la evaluación ocurre en un contexto médico-legal. Sin embargo, la literatura indica que estos indicadores pueden ser poco útiles y generar sesgos de confirmación. Por ejemplo, la falta de cooperación en una evaluación no es un predictor confiable de simulación, ya que puede estar más relacionada con trastornos psicóticos. Asimismo, la discrepancia de síntomas es una característica central de trastornos neurológicos funcionales y trastornos de síntomas somáticos, en los cuales los síntomas no son falsificados. El artículo también menciona el concepto de "neurosis de compensación", que se refiere a la exageración inconsciente de síntomas debido a un estrés específico. Este fenómeno está asociado con trastornos de personalidad borderline, antisocial, narcisista e histriónico. Además, el DSM-5 incluye dos diagnósticos que implican fingir síntomas: el trastorno facticio y la simulación. La simulación se refiere a que la persona finge los síntomas por un incentivo externo, mientras que en el trastorno facticio finge los síntomas para el beneficio psicológico de representar el papel de enfermo. En conclusión, el estudio subraya la necesidad de considerar múltiples factores (como educación, género, historial psiquiátrico, tipo de caso y tipo de referencia) al evaluar la simulación en un contexto forense. También advierte sobre los riesgos de sesgos de confirmación y la importancia de utilizar herramientas de evaluación válidas y confiables para evitar diagnósticos erróneos.

El artículo examina cómo ciertas intervenciones psicológicas dirigidas a jóvenes con ansiedad pueden, paradójicamente, prolongar o agravar su condición en lugar de aliviarla. Los autores destacan que, aunque la terapia cognitivo-conductual (TCC) con enfoque en la exposición es un tratamiento bien establecido para la ansiedad en jóvenes, muchas intervenciones disponibles no se basan en esta sólida evidencia científica (importancia de la exposición). En algunos casos, las estrategias utilizadas pueden reforzar la evitación y limitar la capacidad del joven para desarrollar experiencias correctivas y de autoeficacia frente a sus miedos. El artículo argumenta tres puntos clave: Acceso limitado a la TCC e inconsistencia en la aplicación de la TCC : Aunque su disponibilidad ha aumentado, sigue siendo difícil de acceder para muchos jóvenes. Además, existe una gran variabilidad en el énfasis/inclusión de varios componentes de la TCC. Por ejemplo, el componente más efectivo (la exposición) a menudo es infrautilizado y el componente menos efectivo (la relajación) frecuentemente es sobreutilizado. Intervenciones que refuerzan la evitación: Algunas estrategias promueven la evitación en lugar de la confrontación gradual de los miedos, lo que impide el aprendizaje correctivo necesario para reducir la ansiedad a largo plazo. Diversas estrategias de autocuidado/afrontamiento (p. ej., llevar un diario, meditar, escuchar música), respuestas familiares y apoyos escolares corren el riesgo de promover la evitación emocional o conductual en lugar del afrontamiento orientado a la exposición. En tercer lugar, existe una amplia variedad de opciones de intervención disponibles para jóvenes y familias que no están fundamentadas en marcos teóricos claros ni en evidencia científica sólida, lo que genera incertidumbre sobre su efectividad. Múltiples opciones de terapia presencial, programas de terapia basados en tecnología y libros de autoayuda carecen de base empírica. Los cuidadores, que carecen de conocimiento sobre la búsqueda de ayuda, se enfrentan a una multitud de opciones disponibles y tienen el potencial de elegir sin saberlo una de las opciones disponibles pero ineficaces En un contexto donde la ansiedad juvenil es una preocupación creciente, los autores enfatizan la importancia de desarrollar sistemas que respalden intervenciones probadas y basadas en ciencia rigurosa. También instan a que futuras investigaciones y políticas consideren los posibles efectos adversos de ciertas intervenciones psicológicas.