TDAH y riesgo de suicidio: Importancia de los trastornos comórbidos y los medicamentos estimulantes

9 de septiembre de 2025

Este artículo, escrito por Yaakov Ophir profesor de educación en la Universidad de Cambridge, es una crítica al estudio de Shahnovsky et al. (2024), que sugiere que la hiperactividad —uno de los componentes del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)— está significativamente asociada con intentos de suicidio en niños. Ophir reconoce la importancia del tema, pero advierte que el estudio presenta graves omisiones metodológicas y advierte sobre las posibles implicaciones prácticas derivadas de sus conclusiones, como la prescripción por parte de profesionales clínicos de medicamentos para el TDAH para suprimir la hiperactividad supuestamente peligrosa; medicamentos que, paradójicamente, podrían aumentar el riesgo de suicidio. 

 

Principales críticas al estudio 

  1. Ignora factores clave: El estudio no considera dos variables ampliamente reconocidas en la literatura científica como influyentes en el riesgo suicida: los trastornos comórbidos (como depresión y ansiedad) y el uso de medicamentos estimulantes para tratar el TDAH. 
  2. Contradicciones internas: Los mismos autores publicaron meses antes otro estudio con datos similares, donde no encontraron asociación significativa entre TDAH y ideación suicida. Esta inconsistencia metodológica pone en duda la validez de sus conclusiones. 
  3. Interpretación errónea de investigaciones previas: El estudio afirma que los medicamentos estimulantes podrían proteger contra el suicidio, pero Ophir demuestra que la fuente citada (Shoval et al., 2021) en realidad muestra un aumento significativo del riesgo suicida entre niños que los consumen. 

El papel de los medicamentos estimulantes 

Ophir argumenta que los medicamentos como el metilfenidato (Concerta, Ritalin) pueden contribuir directamente a la ideación suicida. Cita estudios que muestran: 

  • Doble riesgo de intento suicida en adultos que inician tratamiento con estimulantes. 
  • Riesgo relativo de muerte por suicidio hasta 162 veces mayor en niños que los consumen. 
  • Efectos secundarios frecuentes como labilidad emocional, depresión y pérdida de alegría. 

Incluso la agencia reguladora británica MHRA advierte que hasta 1 de cada 100 personas puede experimentar pensamientos suicidas con Concerta XL. 

Trastornos comórbidos como causa principal 

La literatura científica sugiere que el riesgo suicida en niños con TDAH suele estar mediado por otros trastornos psiquiátricos. Ophir compara esta situación con los trastornos del aprendizaje, que también se asocian con depresión y suicidio, pero no por sus síntomas en sí, sino por el sufrimiento emocional que generan. 

Análisis de los resultados del estudio 

  • Solo se encontró una asociación significativa entre hiperactividad auto-reportada por los niños y los intentos de suicidio. 
  • No hubo correlación significativa con los informes de los padres ni con los comportamientos suicidas actuales. 
  • La concordancia entre los informes de niños y padres fue extremadamente baja, lo que cuestiona la fiabilidad de los datos. 

Ophir señala que niños de 7 a 12 años difícilmente pueden evaluar con precisión sus propios síntomas, y que la hiperactividad puede tener múltiples causas no relacionadas con el TDAH. 

Riesgos clínicos y sociales 

El autor advierte que los resultados del estudio podrían llevar a médicos a prescribir más medicamentos para “suprimir” la hiperactividad, sin considerar que estos fármacos pueden aumentar el riesgo suicida. También critica el enfoque biomédico del TDAH, que considera el trastorno como una enfermedad crónica, cuando múltiples estudios cuestionan esa visión. 

Conclusión 

Ophir reconoce el esfuerzo de Shahnovsky et al. (2024), por abordar un tema tan delicado, pero insiste en la necesidad de una investigación más rigurosa y completa. Propone que futuros estudios incluyan variables como comorbilidades y efectos adversos de los medicamentos, para entender mejor el vínculo entre TDAH y suicidio infantil. 

Por Alfredo Calcedo 30 de octubre de 2025
Este estudio, realizado mediante una encuesta a estudiantes universitarios, investiga por qué algunas personas que no tienen un trastorno mental escuchan voces, algo que normalmente se asocia con condiciones como la esquizofrenia. El objetivo es entender mejor cómo se relacionan estos tres aspectos psicológicos: 1. El habla interna (lo que nos decimos a nosotros mismos en la mente). 2. La absorción (la capacidad de sumergirse profundamente en pensamientos, fantasías o actividades). 3. Las experiencias similares a alucinaciones auditivas (escuchar voces sin que haya una fuente externa real). Resultados Escuchar voces no es tan raro: muchas personas sin diagnóstico psiquiátrico reportan haber tenido alguna vez experiencias de este tipo. Algunos estudios epidemiológicos a gran escala han estimado que entre el 3 % y el 10 % de los adultos de la población general reportan algún tipo de experiencia de oír voces Las personas que usan mucho el habla interna (especialmente en forma de diálogo interno o con voces distintas) tienen más probabilidad de reportar haber escuchado voces. La absorción también está relacionada: quienes se sumergen más en sus pensamientos o fantasías tienden a tener más experiencias de tipo alucinatorio. La combinación de habla interna compleja + alta absorción parece ser un factor importante en la aparición de estas experiencias. Conclusión Escuchar voces no siempre indica una enfermedad mental. Puede ser parte de la experiencia humana normal, especialmente en personas con gran diálogo interno y una imaginación intensa. Comprender estos mecanismos puede ayudar a reducir el estigma y mejorar el enfoque clínico hacia quienes escuchan voces, diferenciando entre experiencias benignas y patológicas.
Por Alfredo Calcedo 30 de octubre de 2025
Este estudio analiza mediante resonancias magnéticas estructurales cómo el envejecimiento afecta la geometría espacial del cerebro, es decir, su forma global y la disposición relativa de sus regiones. A diferencia de estudios anteriores que se centraban en cambios de volumen o grosor cortical, esta investigación propone que los cambios en la forma y las distancias espaciales entre regiones cerebrales pueden ofrecer una visión más completa del envejecimiento cerebral. Principales hallazgos Cambios globales en la forma del cerebro : El envejecimiento se asocia con patrones distintivos de expansión y compresión a lo largo de diferentes gradientes cerebrales, que afectan especialmente a las regiones frontotemporales. Con la edad, el cerebro muestra una expansión en las regiones inferiores y anteriores. Al mismo tiempo, hay una compresión en las regiones superiores y posteriores. Estos cambios siguen un patrón de gradiente espacial. Relación con el deterioro cognitivo : Patrones específicos de expansión y compresión global y regional se asociaron de forma estrecha a disfunción cognitiva, especialmente en memoria episódica y funciones ejecutivas. Estos hallazgos sugieren que los cambios en la geometría espacial del cerebro envejecido podrían tener consecuencias en la eficiencia de la comunicación entre las regiones cerebrales que podrían subyacer al deterioro cognitivo con el envejecimiento Distancias entre regiones homólogas : La distancia entre algunas regiones aumenta con la edad, especialmente entre estructuras subcorticales (como el tálamo, caudado, amígdala). Algunas regiones, como la corteza parietal superior, muestran compresión. Estos cambios no se explican únicamente por la atrofia o el aumento del tamaño de los ventrículos. Importancia de la geometría cerebral : La forma del cerebro influye en su dinámica funcional. Cambios en la geometría podrían afectar la eficiencia del procesamiento cerebral y contribuir al declive cognitivo. Conclusiones El envejecimiento no solo reduce el volumen cerebral, sino que reorganiza su forma y estructura espacial. Estos cambios geométricos podrían ser biomarcadores útiles para detectar y entender el deterioro cognitivo. La geometría cerebral es un aspecto clave y poco explorado que merece más atención en la neurociencia del envejecimiento. Comentado en Psypost.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
El acoso escolar es un problema pernicioso en el mundo moderno, lo que lleva a los investigadores a preguntarse si se trata de un comportamiento nuevo o si tiene raíces más antiguas. Una perspectiva evolutiva del acoso escolar sugiere que es un comportamiento que se extiende mucho más allá de la modernidad. Adoptando esa perspectiva, el autor de este trabajo optó por examinar la evidencia del acoso escolar entre pares en adolescentes en las culturas occidentales durante la Antigüedad (es decir, la Antigua Grecia y Roma), el Período Medieval y el Renacimiento. Dada la escasez de evidencia sobre la vida cotidiana de los adolescentes, se centra en dos fuentes de información. Primero, analiza factores culturales generales que pueden haberse relacionado con el acoso escolar. Segundo, examina la evidencia anecdótica del acoso escolar. Los datos culturales revelan que el acoso escolar fue una característica estructural de la vida histórica en Europa Occidental y, por lo tanto, era muy probable que estuviera presente entre los adolescentes. A nivel anecdótico, la mayor parte de la evidencia del acoso escolar histórico se centra en los rituales de novatadas asociados con la educación. Por lo tanto, la evidencia directa del acoso escolar histórico es escasa. Esto puede deberse a que el acoso entre iguales fue poco común en la historia o a que no merecía la pena registrarlo. El autor se inclina por esta última interpretación y sostiene que, históricamente, el acoso fue al menos tan común en el pasado como lo es hoy, y su gravedad a menudo supera la observada en las culturas modernas. Estos datos encajan con una perspectiva evolutiva del acoso y defienden la importancia de considerar la investigación histórica al crear y probar teorías modernizadas sobre el acoso y sus intervenciones.