Por Alfredo Calcedo
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1 de julio de 2025
Michael Inzlicht profesor de psicología en la universidad de Toronto publica este artículo donde critica la moda actual con los psicodélicos que “han pasado de ser reliquias hippies a la vanguardia de la innovación en salud mental”. Los defensores del uso de los psicodélicos citan estudios que demuestran que sustancias como la psilocibina, el MDMA y la ketamina pueden aliviar el TEPT y la depresión resistente al tratamiento, supuestamente logrando resultados que las terapias tradicionales tienen dificultades para igualar. Los investigadores sugieren que estos fármacos, especialmente cuando se combinan con terapia guiada, pueden desencadenar profundos descubrimientos y cambios psicológicos duraderos en tan solo una o dos sesiones. Además, En EE. UU., la FDA ha otorgado a los psicodélicos el llamado estatus de terapia innovadora, acelerando su revisión con requisitos de evidencia menos rigurosos. Australia ha ido aún más lejos, convirtiéndose en el primer país en aprobar la psilocibina y el MDMA para uso clínico a principios de este año, a pesar de preocupaciones similares sobre la solidez de la evidencia. El autor del artículo expresa su preocupación por Dificultad de conocer la verdadera eficacia de los psicodélicos dada la dificultad de enmascarar el grupo control y el riesgo de que la publicidad exagerada pueda aumentar las expectativas de los participantes. Efectos secundarios graves. En algunos usuarios con “un mal viaje”, los psicodélicos pueden aumentar el riesgo de suicidio. Otra preocupación importante es el potencial adictivo de algunas de estas drogas. Las compañías farmacéuticas se han sumado a la fiebre de los psicodélicos, con incentivos financieros, que pueden influir en el resultado de los estudios. Y concluye: “Entonces, ¿de verdad estoy en contra de los psicodélicos? Sí y no. Estoy en contra de todo el bombo publicitario que ha prometido mucho más de lo que jamás podrá ofrecer… Pero ciertamente no estoy en contra de más y mejor investigación”.