El efecto del sueño en los procesos cognitivos, afectivos y conductuales
El sueño es esencial para diversos procesos cognitivos, afectivos y conductuales, como la atención, la memoria, la función ejecutiva, la regulación emocional y las interacciones interpersonales. Las interrupciones del sueño debilitan estas funciones, lo que resulta en deficiencias mensurables en las actividades diarias, el rendimiento laboral y la seguridad pública. Un sueño adecuado favorece una vigilancia y concentración sostenidas, mientras que la privación del sueño se asocia con lapsus de atención, disminución del control cognitivo y deterioro del procesamiento sensorial. La consolidación de la memoria, que depende tanto del sueño no REM (sueño con movimientos oculares rápidos) como del sueño REM (sueño con movimientos oculares rápidos), es particularmente susceptible a la interrupción por la pérdida de sueño. Las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, el control de impulsos y la toma de decisiones, se ven notablemente afectadas debido a la mayor sensibilidad de la corteza prefrontal a la falta de sueño.
La privación del sueño aumenta la reactividad de la amígdala, debilita la conectividad entre la corteza prefrontal y la amígdala, y contribuye a la desregulación emocional, la impulsividad y las conductas de riesgo. La privación crónica del sueño agrava los déficits cognitivos, la inestabilidad emocional y el deterioro del rendimiento motor, lo que conlleva mayores tasas de error y una menor productividad en el lugar de trabajo. Dadas sus consecuencias generalizadas, la privación crónica del sueño constituye un importante problema de salud pública. Esta revisión narrativa sintetiza la investigación contemporánea sobre los efectos del sueño y la pérdida de sueño en el comportamiento durante la vigilia, centrándose en la atención, la memoria, la función ejecutiva, la regulación emocional y el rendimiento diurno.


