¿El uso de las redes sociales en un momento dado predice la depresión adolescente en un momento posterior?
16 de octubre de 2025
El artículo revisa la evidencia longitudinal sobre si el uso de redes sociales en un momento determinado puede predecir la depresión adolescente en el futuro. Los autores analizan estudios que han seguido a adolescentes durante varios años, evaluando tanto su uso de redes sociales como sus niveles de salud mental.
Principales hallazgos:
- Relación temporal y causal: Aunque muchos estudios transversales muestran correlaciones entre el uso de redes sociales y la depresión, los estudios longitudinales son más útiles para establecer si el uso precede a los síntomas depresivos. Algunos estudios longitudinales sí encuentran que un mayor uso predice aumentos posteriores en la depresión, especialmente en chicas adolescentes. Hay menos evidencia acerca de si una mala salud mental previa predice el uso posterior de las redes sociales.
- Diferencias por género: La evidencia sugiere que las chicas son más vulnerables a los efectos negativos de las redes sociales, posiblemente por el tipo de contenido que consumen y la forma en que interactúan en línea (más centrado en la imagen corporal y la comparación social).
- Tipo de uso importa: No todo uso de redes sociales tiene el mismo impacto. El uso pasivo (como el scroll sin interacción) se asocia más con efectos negativos que el uso activo (como comentar o publicar).
- Factores moderadores: La personalidad, el entorno familiar, el apoyo social y el tipo de plataforma utilizada pueden influir en si el uso de redes sociales tiene efectos perjudiciales o no.
- Limitaciones metodológicas: Muchos estudios tienen problemas como muestras pequeñas, medidas poco precisas del uso de redes sociales, o no controlan adecuadamente otras variables que podrían explicar la depresión.
- Conclusión cautelosa: Aunque no se puede afirmar con certeza que el uso de redes sociales cause depresión, hay suficiente evidencia longitudinal para preocuparse, especialmente en el caso de las chicas adolescentes. Los autores recomiendan precaución en la exposición temprana a redes sociales y más investigación rigurosa.

El artículo explora cómo ciertos parásitos podrían influir en el comportamiento humano. El texto comienza con el ejemplo de Toxoplasma gondii, un parásito que infecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque suele considerarse inofensivo en humanos, estudios han demostrado que puede alterar el comportamiento de roedores, haciéndolos menos temerosos de los gatos, lo que facilita su transmisión. Por ejemplo, una rata infectada se siente atraída por el olor de la orina de gato y termina siendo devorada por un gato, el único huésped en el que T. gondii puede reproducirse sexualmente. Una vez dentro de su nuevo huésped, el parásito ataca la amígdala, un área del cerebro que almacena recuerdos emocionales. Al igual que otros huéspedes animales, los humanos infectados experimentan cambios mentales y conductuales: los hombres se vuelven más celosos y las mujeres, más tolerantes. Los individuos infectados de ambos sexos responden con mayor lentitud a las amenazas, como lo demuestra un mayor riesgo de accidentes de tráfico y un mayor tiempo de reacción En resumen, presenta la hipótesis de que estos parásitos pueden manipular el comportamiento del hospedador para mejorar su supervivencia y aumentar la capacidad de infectar nuevos huéspedes. La posible existencia de estos parásitos y sus estrategias para reclutar huéspedes pueden abrir nuevas vías de investigación, no sólo sobre las enfermedades de transmisión sexual, sino también sobre el comportamiento humano.

Las personas con trastornos psicóticos, como la esquizofrenia, muestran una alta prevalencia de tabaquismo (60%, comparado con el 20% en población general) y dependencia severa. Una hipótesis común es que fuman para automedicarse, aunque otra más actual apunta a una vulnerabilidad genética compartida entre la psicosis y el tabaquismo, que implica la desregulación del receptor nicotínico nAChR. Aunque no se comprende completamente, parece que la nicotina puede ayudar a mejorar algunos síntomas negativos de la esquizofrenia, como la falta de motivación. También se han encontrado mejoras temporales y a corto plazo de la nicotina sobre varias funciones cognitivas, lo que podría explicar su uso extendido entre personas con psicosis. Sin embargo, el tabaquismo aumenta significativamente la morbilidad y la mortalidad en pacientes con psicosis. Por otra parte, fumar puede acelerar el metabolismo de ciertos antipsicóticos, lo que podría requerir ajustes en la dosificación para mantener la eficacia terapéutica. Por todo ello, es crucial el desarrollo de intervenciones específicas y adaptadas para ayudar a esta población a reducir y eventualmente cesar el uso del tabaco. Se revisa la evidencia sobre la eficacia de las intervenciones, tanto farmacológicas (bupropión, vareniclina) como no farmacológicas, incluyendo las más actuales como las técnicas de neuromodulación, para la deshabituación del tabaco en esta población. Se concluye que la cesación del tabaco en personas con psicosis puede ser más efectiva cuando se brinda apoyo personalizado y multidisciplinario, que incluya a psiquiatras, psicólogos, y otros profesionales de la salud mental.

El artículo analiza un caso judicial que demuestra cómo un médico puede ser demandado incluso cuando actúa correctamente , destacando la complejidad de la responsabilidad civil sanitaria. El texto relata una demanda contra una clínica privada por presunta negligencia médica, a pesar de que los profesionales actuaron conforme a la buena praxis. El paciente acudió varias veces entre noviembre de 2020 y abril de 2021 por síntomas respiratorios persistentes, sin presentar fiebre ni soplos cardíacos, signos clave para sospechar una endocarditis. Fue atendido por distintos médicos, se realizaron pruebas, se pautaron tratamientos y se programaron seguimientos. En mayo de 2021, ya en un hospital público, se le diagnosticó una endocarditis sobre válvula aórtica bicúspide, fue intervenido quirúrgicamente y falleció tras una parada cardiorrespiratoria. La familia reclamó más de 135.000 euros alegando pérdida de oportunidad por retraso en el diagnóstico. Durante el juicio, se revisó la historia clínica y se escuchó a peritos de ambas partes. El tribunal concluyó que no hubo infracción de la lex artis, ya que los síntomas que justificarían sospecha de endocarditis no estaban presentes. Además, la resonancia cardíaca recomendada en marzo no tenía finalidad diagnóstica, por lo que no realizarla no fue considerado negligente. El juez subrayó que la medicina no es una ciencia exacta y que la responsabilidad del médico es de medios, no de resultados. El concepto de “pérdida de oportunidad” fue clave en el debate, pero no se acreditó que una actuación distinta hubiera cambiado el desenlace. El artículo concluye que, aunque se actúe correctamente, pueden surgir reclamaciones, por lo que es esencial documentar con precisión, comunicar con claridad y actuar con prudencia. La sentencia reivindica el valor del trabajo bien hecho y la medicina ejercida con rigor y humanidad.