Nuestra visión desde la SEPL: sí a la especialidad en psiquiatría infantil, pero no a cualquier precio

26 de mayo de 2021

Nos han contactado numerosos psiquiatras infantiles que nos animan a seguir con la política informativa que estamos manteniendo respecto al proceso de creación de la especialidad de psiquiatría infantil. Muchos se muestran sorprendidos porque no tenían noticias de por dónde iba el proceso. Nos han transmitido que en la comunidad profesional de la psiquiatría infantil se está hablando mucho de nuestras informaciones, y se especula con los fines que podemos tener en la SEPL para actuar como lo estamos haciendo. Por ello aclaramos esta cuestión.


Dentro de los fines de nuestra sociedad, que se recogen en nuestros estatutos, está la defensa de la profesión de psiquiatra en cualquiera de sus ámbitos, sea infantil, geriátrica, general, legal, o cualquier otra. Desde el punto de vista de la SEPL se está produciendo una agresión a nuestra profesión, ante la que no nos podemos quedar de brazos cruzados. Cuando hemos podido acceder al expediente completo que se encuentra en el Consejo de Estado nos hemos dado cuenta de la deriva que estaba tomando el proceso, y las consecuencias que podría tener.


Nuestro primer paso ha sido hacer pública la situación, para que todos los profesionales concernidos por esta nueva especialidad estuvieran informados. Estamos dando la información con un análisis, y desde la perspectiva de los profesionales de la psiquiatría, que es lo que somos. En segundo lugar, hemos contactado con un equipo jurídico para analizar la situación, ver las posibles opciones que tenemos, y actuar en consecuencia. No podemos quedarnos quietos ante lo que consideramos un atropello y una falta de respeto al conjunto de profesionales.


La comunidad profesional de la psiquiatría infantil está constituida por una gran cantidad de profesionales jóvenes que han optado por seguir este camino dentro de nuestra profesión. Muchos de ellos llevan años esperando que se les reconozca su competencia con la creación de la especialidad. Sin embargo, algunos nos han contactado informalmente, y nos transmiten su preocupación por lo que está ocurriendo, a la vez que nos expresan su temor a manifestarse en público, por si les puede repercutir negativamente cuando soliciten el título ante la comisión correspondiente (el que se mueve no sale en la foto).


La situación actual no es nueva.Llueve sobre mojado. Nos han enviado información sobre la Comisión de la Especialidad del Niño y del Adolescente que se creó a raíz del Real Decreto 639/2014 de troncalidad. Al ser anulada esta norma que creaba el sistema de troncalidad esta comisión dejó de funcionar. No tuvo opción de actuar apenas. Pues en relación con esta extinta comisión, se duda de que uno de sus miembros tuviera el título de médico especialista en psiquiatría. Este es sólo un ejemplo más de la falta de respeto que se tiene en el Ministerio, y en otras instituciones, por la profesión de psiquiatra. Cabe preguntarse ¿cómo se puede permitir que en el grupo que va a definir los contenidos y competencias de la psiquiatría infantil haya una persona que no sea psiquiatra?, ¿Cómo se puede tolerar esta situación y no hacer nada?.


La primera noticia que hemos dado sobre la especialidad de psiquiatría infantil apareció el 25 de Mayo a las 9:00. Ese mismo día a las 10 de la noche nuestra web había recibido la la visita de 2300 usuarios únicos de toda España. En algunos momentos había más de treinta personas conectadas simultáneamente. Es evidente que había un interés en la comunidad profesional por saber lo que estaba pasando.


Algunos colegas que nos han contactado nos dicen que es muy necesaria la especialidad de psiquiatría infantil, y sería deseable que saliera cuanto antes. Pero que no puede ser a cualquier precio. En la SEPL coincidimos con esta visión del problema.


Seguiremos informando.


Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Este artículo expone los hallazgos de una revisión científica sobre los efectos psiquiátricos del finasteride, un medicamento ampliamente utilizado para tratar la alopecia androgenética (AGA). La revisión, publicada en el Journal of Clinical Psychiatry , analiza ocho estudios clave realizados entre 2017 y 2023. Cuatro de ellos se centran en efectos secundarios reportados por pacientes, y los otros cuatro en grandes bases de datos de historiales médicos. Los resultados muestran que los usuarios de finasteride tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir depresión, ansiedad y pensamientos suicidas en comparación con quienes no lo usan. Finasteride, comercializado como Propecia o Proscar, actúa bloqueando la enzima 5α-reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), responsable de la miniaturización de los folículos capilares. Sin embargo, esta enzima también participa en la producción de neuroesteroides como la alopregnanolona, que ayudan a controlar el estado de ánimo. Al interferir en este proceso podría explicar sus efectos psiquiátricos. Los efectos adversos pueden persistir incluso después de suspender el tratamiento, y en algunos casos han sido tan graves que han derivado en suicidios. Aunque ya en 2002 se sospechaba de una relación con la depresión, la FDA no reconoció este efecto secundario hasta 2011, y no añadió la ideación suicida a la etiqueta del medicamento hasta 2022. Las cifras son preocupantes: en 2011 se reportaron 18 suicidios y en 2024, ascendieron a 320. El artículo también denuncia una grave falta de vigilancia farmacológica. Muchos médicos no asocian los síntomas psiquiátricos al medicamento, y las familias a menudo desconocen que sus seres queridos lo estaban tomando. Además, al tratarse de un fármaco cosmético, finasteride ha escapado a controles rigurosos que sí se aplican a medicamentos psiquiátricos. Dr. Brezis, autor del artículo, critica que ninguno de los estudios de seguridad fue promovido por Merck, fabricante original, ni exigido por los reguladores. Propone que se exija a los fabricantes realizar estudios post-comercialización y que se refuerce su cumplimiento. También cuestiona la eficacia a largo plazo del medicamento, señalando que muchos estudios son pequeños, financiados por la industria y sesgados. Finalmente, el artículo advierte sobre la facilidad con la que jóvenes pueden adquirir finasteride en línea sin receta ni supervisión médica, lo que agrava el problema.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Artículo publicado en El Médico Interactivo que analiza cómo distintos países están enfrentando la escasez de personal sanitario, un problema global que se ha intensificado tras la pandemia y que se prevé agravarse con un déficit de 10 millones de trabajadores de la salud para 2030, según la OMS. En Estados Unidos y Europa, se están explorando soluciones innovadoras. Un informe de Deloitte, basado en encuestas a ejecutivos sanitarios de seis países, revela que más del 70% prioriza mejorar la eficiencia operativa y la productividad. La transformación digital, especialmente la atención virtual, se presenta como una herramienta clave, aunque con riesgos si no se gestiona adecuadamente. Por ejemplo, las salas virtuales podrían aliviar la falta de camas, pero también generar nuevos costes y aumentar la presión sobre el personal. Otro aspecto es la mejora de los flujos de trabajo y la retención del personal. Se propone ampliar horarios de atención y flexibilizar turnos, pero esto requiere mejorar las condiciones laborales. La presión asistencial y el agotamiento están provocando renuncias masivas de los profesionales, como en EE.UU., donde se pasó de 400.000 a 600.000 renuncias mensuales entre 2020 y 2023. McKinsey sugiere que los sistemas de salud podrían crear sus propias entidades educativas o asociarse con instituciones de educación postsecundaria para formar profesionales en salud digital. Estas alianzas permitirían personalizar la formación según las necesidades del sistema sanitario, mejorar la calidad educativa y fortalecer la relación entre estudiantes y centros de salud. En resumen, el artículo destaca que la solución pasa por combinar tecnología, formación continuada, mejora de condiciones laborales y colaboración entre sistemas sanitarios y educativos. Aunque los modelos no son directamente extrapolables entre países, estas estrategias pueden inspirar a España en su búsqueda de soluciones ante la escasez médica.
Por Alfredo Calcedo 29 de octubre de 2025
Aunque el intento de suicidio es el mejor predictor de muerte por suicidio, pocas personas que lo intentan se suicidan (<10%). Aproximadamente la mitad de las muertes por suicidio ocurren sin evidencia previa de pensamientos o comportamientos suicidas. También, cerca del 50% de estas personas no tienen diagnósticos psiquiátricos previos, lo que sugiere que los factores tradicionales no explican completamente el riesgo. Este estudio analiza las diferencias genéticas entre personas que murieron por suicidio sin haber mostrado signos previos de suicidabilidad (SD-N) y aquellas que sí los mostraron (SD-S). El objetivo es entender si existen distintas predisposiciones genéticas en estos dos grupos, especialmente en relación con condiciones neuropsiquiátricas. Metodología Se analizaron datos de 2769 personas fallecidas por suicidio en Utah entre 1998 y 2022. Se dividieron en dos grupos: SD-N (sin suicidabilidad previa) y SD-S (con suicidabilidad previa). Se usaron polygenic scores (PGS), que son puntuaciones genéticas que indican la predisposición a ciertas condiciones neuropsiquiátricas. Se compararon los PGS de ambos grupos y también con un grupo de control de la población general. Principales hallazgos El grupo SD-N tenía menos carga genética asociada a trastornos como: Depresión mayor Ansiedad Afecto deprimido Neuroticismo Trastorno de estrés postraumático (TEPT) Enfermedad de Alzheimer En algunos casos, los PGS del grupo SD-N eran similares a los del grupo de control, lo que sugiere que no tenían una predisposición genética elevada a estos trastornos. El grupo SD-S sí mostraba mayores cargas genéticas para estas condiciones, lo que coincide con sus antecedentes clínicos. Implicaciones Estos resultados desafían la idea de que los trastornos psiquiátricos son el núcleo central del riesgo de suicidio. Indican que otras vías genéticas o factores no psiquiátricos podrían estar involucrados en las muertes por suicidio sin antecedentes de suicidabilidad. Esto abre nuevas líneas de investigación y prevención, especialmente para identificar personas en riesgo que no presentan síntomas evidentes.